Por Wens Silvestre
Por
más que el Marco Macroeconómico Multianual 2026-2029 (MMM) ordene cifras y
certezas, 2026 no se juega en el Excel sino en la ejecución. El MEF proyecta un
crecimiento cercano al 3,2%, desinflación dentro del rango meta y consolidación
fiscal gradual. Compartimos el rumbo, pero como economista veo dos fisuras que
pueden desalinear el guion: (i) excesivo optimismo en inversiones concentradas
en sectores altamente sensibles (minería y APP de infraestructura) y (ii) permisividad
frente a un gasto tributario que erosiona la base sin evaluación rigurosa. A
eso se suma un gasto público que vuelve a crecer sin una brújula clara de resultados
en pobreza y calidad de servicios.
El
vaso medio lleno… y el talón de Aquiles
El MMM descansa en que 2026 consolidará el rebote de 2025 por tres vías: normalización del crédito, cartera minera en construcción y APP “destrabadas”. Es una narrativa posible, pero frágil. La inversión privada que sostiene la proyección está hipersensible a cuatro cuellos de botella que no se resuelven con supuestos: cierre financiero, predios, permisos y arbitrajes y conflictividad en corredores logísticos y mineros. Si uno de esos engranajes se traba, el multiplicador esperado no llega. Una brecha de ejecución de apenas medio punto del PBI puede tirar abajo la elasticidad recaudatoria y tensar la trayectoria fiscal.
El
problema no es apostar por minería e infraestructura —es racional—, sino sobre-depender
de ellas en el corto plazo y subestimar los plazos reales. Un MMM responsable
debería mostrar, además del escenario base, escenarios contingentes (con
retrasos de 6–12 meses) y gatillos de corrección en gasto y financiamiento.
Crecer requiere productividad y confianza jurídica, no “wishful thinking”.
Gasto
tributario: la renuncia silenciosa que achica el Estado útil
Para
2026, el gasto tributario bordea algo más del 2.16% del PBI y aumenta respecto de
2025. El Ejecutivo ha sido permisivo: mantiene y amplía beneficios sin un pay-go
estricto, sin sunset clauses y sin evaluaciones costo-beneficio
independientes. Resultado: menos base imponible hoy, más presión para subir
tasas mañana o recortar inversión pública de calidad.
Un
enfoque liberal serio no demoniza los incentivos; los mide. Tres reglas
simples:
1.
Techo plurianual al gasto tributario como % del PBI.
2.
Sunset máximo de 3 años y renovación solo con evidencia de impacto neto
positivo (empleo formal, productividad, exportaciones).
3.
Sustitución de exoneraciones mal focalizadas por transferencias directas y
transparentes cuando el objetivo sea social (por ejemplo, Amazonía).
Mientras
el Congreso agrega gastos tributarios y el Ejecutivo no observa, la
consolidación fiscal reposa peligrosamente en el ciclo, no en la estructura.
Más
gasto, mismos resultados: la trampa de la inercia
Para
2026 se proyecta un crecimiento real del gasto público de 0,5%, es decir, S/
6,7 mil millones adicionales respecto de 2025, cifra similar al promedio 2015-2019
(S/ 6,1 mil millones). La pregunta liberal es obvia: ¿qué compramos con eso? Si
no movemos la aguja de pobreza, aprendizajes, seguridad y salud, estamos
financiando insumos, no resultados.
Necesitamos
pasar del “presupuesto por resultados” retórico a una versión 2.0, vinculante:
- Contratos-programa con metas
trimestrales y cláusulas de penalidad y premio para sectores y gobiernos
subnacionales.
- Revisiones de gastos anuales que
identifiquen y reubiquen gasto corriente de baja eficacia hacia mantenimiento e
inversión con alto retorno social (agua, logística, primera infancia).
- Topes de crecimiento para gasto
administrativo y compras no críticas; prioridad a mantenimiento antes que a
nuevas obras.
- Transparencia radical: tableros públicos
con colas de cirugía, horas de clase efectivas, homicidios por distrito y
continuidad de agua. Si no mejora, no hay ampliación.
- Gastar un poco más puede ser defendible solo si se acompaña de incentivos y accountability que aseguren impacto medible en bienestar.
Política
monetaria: ancla firme, no bálsamo de crecimiento
El
MMM asume desinflación y costos de financiamiento a la baja. Bien. Pero al BCRP
no hay que pedirle crecimiento, sino estabilidad de precios y expectativas
ancladas. Si reaparecen choques de energía o alimentos, la respuesta debe ser data-dependent,
con comunicación clara y, si corresponde, un sesgo hawkish para evitar
que la inflación total se meta en el núcleo. La dominancia fiscal hoy no es un
riesgo inminente —la deuda está mayoritariamente en soles, a tasa fija y con
vida media larga—, pero podría reaparecer si seguimos cediendo terreno vía
gasto tributario y gasto corriente inercial.
Siete
movimientos para que 2026 no sea otra promesa:
1.
Regla pay-go para beneficios tributarios: toda renuncia nueva exige financiamiento
permanente o caducidad; inventario y evaluación pública anual.
2.
Simplificar regímenes MYPE y converger gradualmente al régimen general; e-factura
total y control de economía digital para ampliar base sin subir tasas.
3.
Fast-track regulatorio acotado con plazos preclusivos (no eternos), silencio
positivo en trámites no ambientales y ventanilla única verdadera.
4.
Seguridad y Estado de derecho en corredores productivos: unidades policiales
especializadas y protocolos de prevención de conflictos con metas públicas.
5.
Spending reviews con metas de reasignación: congelar gasto
administrativo no prioritario y proteger mantenimiento e inversión de alto retorno
social.
6.
Consejo Fiscal fortalecido y metodología de PBI potencial/saldo estructural actualizada
vía proceso técnico y abierto.
7.
Escenarios de riesgo obligatorios en el MMM y en el PL de Presupuesto: si
APP/minería se retrasan 6-12 meses, ¿qué se ajusta y cuándo?
En
síntesis, el MMM 2026 luce ordenado sobre el papel, pero crecer no es decretar.
Si insistimos en proyecciones sensibles sin planes de contingencia, toleramos
un gasto tributario sin control y aumentamos el gasto sin medir resultados,
corremos el riesgo de repetir la historia: más soles, pocos logros. La salida
no es recortar por recortar: es priorizar, medir y rendir cuentas.
Productividad, reglas claras y un Estado que hace menos cosas, pero mejor. Solo
así las cifras del MMM dejarán de ser promesas y se convertirán en progreso
tangible en 2026.