domingo, 7 de julio de 2024

La educación como antídoto contra la ignorancia

 Por: Wens Silvestre

El 8 de julio de 2024, se celebra el Día del Maestro, una fecha dedicada a honrar a quienes desempeñan un papel sustancial en la formación de las futuras generaciones. Esta celebración, tradicionalmente programada para el 6 de julio, se ha trasladado excepcionalmente este año. En este contexto, es pertinente reflexionar sobre la relación entre la educación y la ignorancia, y cómo la disminución de la ignorancia puede mejorar significativamente las relaciones humanas, la calidad de vida y la valoración del conocimiento en nuestra sociedad.

La educación como antídoto contra la ignorancia
La ignorancia, como ha señalado Peter Burke en su libro "Ignorance: A Global History", no es simplemente una ausencia de conocimiento, sino una condición que puede ser cultivada y perpetuada de manera consciente o inconsciente. Burke subraya que "lo peor es no saber que no se sabe,” enfatizando la peligrosidad de la ignorancia inconsciente, que a menudo se disfraza de conocimiento o se justifica como virtud.

Este concepto de ignorancia como una semilla que, una vez plantada y disfrazada de virtud, se convierte en una mala hierba que estrangula la mente, es brillantemente capturado por Steven Erickson en su novela "Un Dios Inclemente". Erickson escribe: “la ignorancia es como una simiente y, allá donde se plante disfrazada de virtud, se convertirá en una mala hierba que estrangulará la mente hasta hacerle perder el raciocinio.” Esta metáfora destaca cómo la ignorancia, cuando es cultivada y presentada como una virtud, puede sofocar la capacidad de razonamiento y el pensamiento crítico.

La educación juega un papel fundamental en la lucha contra esta forma insidiosa de ignorancia. Jacques Rancière, en su obra, aboga por una educación que no solo transmita conocimientos, sino que emancipe a los individuos, reconociendo y respetando la igualdad de todas las inteligencias. La educación crítica, que promueve el pensamiento independiente y la capacidad de cuestionar, es esencial para romper el ciclo de ignorancia y manipulación que puede prevalecer en la sociedad.

Los educadores tienen una responsabilidad fundamental en esta lucha. Estanislao Antelo, en su artículo "El desprecio en la noche de ignorancia”, destaca cómo los maestros deben confrontar la ignorancia y el desprecio, y fomentar una cultura de respeto y consideración. En lugar de perpetuar jerarquías de conocimiento, los educadores deben valorizar la diversidad de experiencias y perspectivas, creando un ambiente donde todos los estudiantes se sientan valorados y capaces de contribuir.

Reducir la ignorancia tiene un impacto directo en la mejora de las relaciones humanas y la calidad de vida. La ignorancia a menudo lleva al prejuicio, la discriminación y la falta de empatía. Una educación que promueva el entendimiento y el respeto mutuo puede disminuir estos problemas, fomentando una sociedad más inclusiva y compasiva.

En un mundo donde el antiintelectualismo y la mediocridad pueden ganar terreno, es importante valorar el conocimiento y la competencia. El desprecio por la educación y la promoción de la mediocridad, como se observa en algunas instituciones del Estado, socavan el progreso y perpetúan la desigualdad. Es imperativo que, como sociedad, reafirmemos nuestro compromiso con la educación de calidad y la excelencia académica, reconociendo el valor intrínseco del conocimiento.

En este Día del Maestro, recordemos la importancia de la educación como antídoto contra la ignorancia. Valoremos el papel de los educadores y su contribución a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Reconocer y enfrentar la ignorancia no solo mejora las relaciones humanas y la calidad de vida, sino que también fortalece nuestras instituciones y nuestra democracia. Solo a través del conocimiento y la educación crítica podremos superar el reino de la mediocridad y construir un futuro mejor para todos.

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