Por: Wens Silvestre
En
el reciente Índice de Competitividad del IMD 2024, Perú se encuentra en una
posición alarmante, ocupando el puesto 63 de 67 economías evaluadas. Este
desempeño refleja desafíos profundos en áreas críticas como el desempeño
económico, la eficiencia del gobierno, la eficiencia empresarial y la
infraestructura. Para revertir esta tendencia y mejorar nuestra competitividad,
es fundamental que implementemos un conjunto de estrategias que abarquen tanto
medidas a corto plazo como reformas a largo plazo, teniendo en cuenta también
los riesgos del cambio climático que pueden impactar estos pilares.
Para
estimular el crecimiento económico y la creación de empleo, el gobierno debe
enfocarse en reducir las barreras regulatorias y simplificar el sistema
impositivo. Esto incluye la implementación de reducciones generales y
permanentes de impuestos, que beneficien tanto a nuevas empresas como a las ya
existentes, fomentando así una competencia equitativa. La reducción de las
barreras regulatorias puede mejorar significativamente la eficiencia
empresarial en el corto plazo.
Un
entorno fiscal estable y predecible atraerá la inversión extranjera y promoverá
el dinamismo empresarial local, permitiendo que las fuerzas del mercado asignen
recursos de manera eficiente y sostenible. Facilitar el acceso a financiamiento
y crear un entorno favorable para la innovación también son vitales. Con menos
intervención gubernamental, las empresas podrán tomar decisiones basadas en
oportunidades reales de mercado, impulsando un crecimiento económico sostenible.
La
infraestructura es fundamental para la competitividad. Perú debe priorizar
inversiones en infraestructura básica, que incluyen la calidad y disponibilidad
de servicios esenciales como el transporte, las telecomunicaciones y la
energía, así como en infraestructura tecnológica y científica. Proyectos en
transporte, energía renovable y telecomunicaciones son vitales. La creación de
alianzas público-privadas puede acelerar este proceso y atraer inversiones
extranjeras, mejorando así la conectividad y la capacidad productiva del país.
Desarrollar
un sistema educativo que responda a las necesidades del mercado laboral es decisivo.
Invertir en la formación técnica y profesional, así como en programas de
reentrenamiento para trabajadores, ayudará a crear un capital humano capacitado
y adaptable. Además, fomentar la educación en ciencias, tecnología, ingeniería
y matemáticas (STEM) es esencial para impulsar la innovación y mantener una
fuerza laboral competitiva.
Perú
debe crear un entorno que favorezca la investigación y el desarrollo. Esto
incluye aumentar la financiación para proyectos de I+D, crear incentivos para
la innovación empresarial y establecer parques tecnológicos que faciliten la
colaboración entre universidades y el sector privado. Promover la transferencia
de tecnología y el emprendimiento son claves para construir una economía del
conocimiento.
El
cambio climático presenta riesgos significativos que pueden afectar cada uno de
los pilares de la competitividad. Es imperativo que adoptemos estrategias de
resiliencia y adaptación al cambio climático. El cambio climático puede afectar
la economía doméstica a través de la pérdida de productividad agrícola,
desastres naturales y la interrupción de cadenas de suministro. Implementar
prácticas agrícolas sostenibles y mejorar la gestión de recursos naturales son
esenciales para mitigar estos riesgos. La diversificación de la economía y la
promoción de industrias verdes también pueden ofrecer nuevas oportunidades de
crecimiento.
La
infraestructura es particularmente vulnerable a los efectos del cambio
climático. Invertir en infraestructuras resilientes, como sistemas de drenaje
mejorados y construcciones que soporten condiciones extremas, es fundamental
para garantizar la durabilidad y funcionalidad a largo plazo. La planificación
urbana sostenible y la gestión eficiente de los recursos hídricos son fundamentales
para enfrentar los desafíos climáticos.
El
gobierno debe fortalecer sus capacidades de respuesta y adaptación a los
eventos climáticos extremos. Esto incluye desarrollar políticas de gestión de
riesgos y establecer sistemas de alerta temprana y planes de contingencia. La
coordinación interinstitucional y la participación de la comunidad son
esenciales para mejorar la resiliencia y la capacidad de respuesta ante
desastres.
Los
gobiernos regionales y locales tienen un rol indispensable en la mejora de la
competitividad del país. Su alineación con las políticas nacionales, la
eficiencia en la administración de recursos y su capacidad para proporcionar
servicios de calidad son factores determinantes para el éxito de las
estrategias de desarrollo. A través de la colaboración, la transparencia y el
fortalecimiento de capacidades, estos gobiernos pueden transformarse en motores
de crecimiento y desarrollo sostenible, contribuyendo significativamente a la
competitividad global del Perú.
Las
empresas deben adoptar prácticas sostenibles y responsables con el medio
ambiente. Fomentar el uso de energías renovables y la implementación de
tecnologías limpias no solo reducirá el impacto ambiental, sino que también
puede abrir nuevas oportunidades de negocio y mejorar la imagen corporativa a
nivel internacional. La sostenibilidad debe ser vista como una ventaja
competitiva y no como un costo.
Perú
se enfrenta a un desafío complejo para mejorar su competitividad global. Las
medidas a corto plazo deben enfocarse en fortalecer las instituciones y mejorar
el entorno empresarial, mientras que las estrategias a largo plazo deben
centrarse en la inversión en infraestructura, educación e innovación. Todo esto
debe hacerse teniendo en cuenta los riesgos y desafíos que presenta el cambio
climático. Solo a través de un enfoque integral y sostenible, Perú podrá
mejorar su posición en el índice de competitividad global y asegurar un futuro
próspero y equitativo para sus ciudadanos.
Tenemos la oportunidad de transformar nuestras debilidades en fortalezas, pero este proceso requiere de un compromiso serio y sostenido por parte del gobierno, el sector privado y la sociedad civil. La implementación efectiva de estas estrategias no solo mejorará la competitividad del país, sino que también proporcionará una base sólida para un desarrollo sostenible en el futuro. El momento para actuar es ahora, y Perú debe estar preparado para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que se presenten en este camino hacia la competitividad.
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