domingo, 25 de agosto de 2024

Proyecciones económicas del Perú para 2025

 Por Wens Silvestre

El Ministerio de Economía y Finanzas ha publicado las proyecciones macroeconómicas multianual para el periodo 2025-2028, contando con la opinión previa del Consejo Fiscal. Estas proyecciones sirven como base para la elaboración del proyecto de Ley de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2025, el cual debe ser presentado por el Poder Ejecutivo ante el Parlamento en el transcurso de esta semana para su posterior debate y aprobación, con fecha límite el 30 de noviembre del presente año.

El año 2025 se perfila como un año crítico en vísperas de un nuevo proceso electoral. Nuestra economía marca el inicio de un período en el que el país intentará consolidar un crecimiento económico sostenido en medio de desafíos estructurales persistentes. Las proyecciones económicas para 2025 presentan una mezcla de optimismo y alerta, lo que obliga a un análisis detallado de las fortalezas y debilidades que podrían definir el rumbo de la economía en los próximos años.

En 2025, se proyecta que la economía peruana crecerá un 3.1%, un ligero descenso desde la proyección del 3.2% en 2024, pero aun reflejando un desempeño optimista en comparación con la contracción de -0.6% en 2023. Este crecimiento será impulsado principalmente por la recuperación en sectores clave como la agricultura, la pesca y la construcción.

El sector agropecuario, que en 2023 sufrió una contracción del -2.4%, se espera que crezca un 3.0% en 2025, impulsado por un aumento en la producción agrícola. Del mismo modo, el sector pesquero, que experimentó una dramática caída del -19.7% en 2023, muestra signos de recuperación con un crecimiento proyectado del 7.0% en 2025. Estos sectores representan las bases tradicionales de nuestra economía, aunque su peso sea relativamente pequeño.

El sector de minería e hidrocarburos, que ha sido históricamente un motor clave del crecimiento económico en Perú, muestra una proyección moderada de crecimiento del 2.7% en 2025, después de un sólido 8.0% en 2023. Dentro de este sector, la minería metálica, un pilar clave, también está proyectada a crecer un 2.7% en 2025. Sin embargo, estas tasas de crecimiento, aunque positivas, reflejan una desaceleración en comparación con años anteriores, lo que podría ser un indicador de los desafíos que enfrenta el sector, tales como fluctuaciones en los precios internacionales de los minerales, posibles conflictos socioambientales y tensiones políticas internas que podrían afectar la inversión.

Por otro lado, el subsector de hidrocarburos muestra una proyección más robusta, con un crecimiento del 3.4% en 2025, lo que contribuye a mantener el dinamismo del sector en general. Esta diferencia en el desempeño sugiere la necesidad de una estrategia más diversificada para asegurar un crecimiento sostenido en el mediano plazo.

El año 2025, también verá un esfuerzo significativo por parte del gobierno para impulsar la economía a través de la inversión pública. Sin embargo, el éxito de estas inversiones dependerá en gran medida de la capacidad del Estado para ejecutar el presupuesto de manera eficiente. La historia reciente ha mostrado deficiencias en la capacidad del gobierno para llevar a cabo proyectos de infraestructura a tiempo y dentro del presupuesto, lo que pone en riesgo las proyecciones de crecimiento.

El gasto público no financiero está proyectado a crecer un 4.0% en 2025, impulsado principalmente por la inversión en infraestructura. Sin embargo, si estas inversiones no se ejecutan de manera efectiva, podrían generar un aumento en el gasto sin el correspondiente impacto positivo en el crecimiento económico.

Desde una perspectiva fiscal, 2025 será un año en el que Perú intentará reducir su déficit fiscal, proyectado en -2.2% del PIB. Esta reducción depende de la capacidad del gobierno para mejorar la recaudación tributaria y controlar el gasto corriente, que sigue siendo una preocupación debido a su rigidez. El resultado primario también se espera que mejore, con un déficit reducido a -0.5% del PIB en 2025, frente al -1.0% en 2023. Sin embargo, estas mejoras son frágiles y dependen de un entorno económico estable y de la capacidad del gobierno para implementar reformas estructurales.

Por otro lado, es importante no perder de vista las proyecciones más amplias hacia 2028, que ofrecen un panorama relevante sobre la dirección a largo plazo de la economía peruana.

El sector de minería e hidrocarburos, aunque clave, muestra una tendencia preocupante hacia la desaceleración más allá de 2025. Para 2028, la minería metálica se proyecta que crecerá solo un 1.7%, lo que subraya la urgencia de diversificar la economía y reducir la dependencia de este sector. Este sector, tradicionalmente robusto, enfrenta el riesgo de una demanda global incierta y presiones internas que podrían afectar su productividad.

Para 2028, el gasto público no financiero del gobierno general se proyecta en S/. 251,836 millones, representando un 19,2% del PBI. Este gasto creciente, si no se maneja con prudencia, podría llevar a un aumento insostenible de la deuda pública, que se estima alcanzará el 32.4% del PBI para 2028. Aunque esta cifra es manejable a corto plazo, un aumento en las tasas de interés globales o una caída en la calificación crediticia podría hacer que el servicio de esta deuda se vuelva más costoso, limitando la capacidad del gobierno para financiar el desarrollo a largo plazo.

La dependencia de Perú en el sector extractivo y las políticas populistas tanto del Poder Ejecutivo como del Legislativo representan desafíos continuos. Las medidas a corto plazo para satisfacer demandas populares pueden comprometer la estabilidad fiscal y económica a largo plazo. La debilidad institucional, marcada por la corrupción y la falta de eficiencia, continúa siendo una barrera significativa para el progreso. Estas políticas no solo amenazan con aumentar el déficit fiscal, sino que también podrían desincentivar la inversión privada, fundamental para el crecimiento económico sostenido.

El año 2025 representa un punto de inflexión para nuestra economía, estableciendo el tono para los años venideros. Si bien las proyecciones para 2025 son relativamente optimistas, las tendencias más allá de este año muestran desafíos significativos que podrían amenazar la sostenibilidad del crecimiento económico.

El enfoque del gobierno en 2025 debe estar en fortalecer la base institucional y económica para asegurar que este crecimiento no solo sea sostenido, sino también inclusivo y resiliente a las fluctuaciones globales y a los riesgos internos. Al abordar los problemas estructurales ahora, podemos posicionarnos mejor para aprovechar las oportunidades de crecimiento en los próximos años y mitigar los riesgos que podrían descarrilar su progreso. El camino hacia 2028 está lleno de retos, y las decisiones tomadas en 2025 serán esenciales para determinar si el país puede superar estos obstáculos y garantizar un futuro próspero y estable.

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