Por Wens Silvestre
En el transcurso de 2024, la economía peruana ha experimentado un viaje lleno de altibajos, marcado por fluctuaciones sectoriales y proyecciones optimistas que no siempre se alinean con la realidad. Es fundamental abordar el panorama económico con un enfoque cauteloso y realista, reconociendo tanto los logros como los desafíos persistentes. El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sobre la producción nacional en junio de 2024, junto con las declaraciones previas del Ministro de Economía y Finanzas, José Arista, destacan la necesidad de ajustar las expectativas y enfocar las políticas públicas en fortalecer las bases de un crecimiento sostenible.
El
ministro Arista, en julio de 2024, proyectó un crecimiento del Producto Bruto
Interno (PBI) superior al 3,1% para este año, impulsado por un crecimiento
notable del 5,04% en mayo. Este optimismo, aunque comprensible dado el
desempeño positivo de ciertos sectores, ha sido puesto en duda por los
resultados de junio, donde el crecimiento se desaceleró a un modesto 0,21%.
Esta diferencia sugiere que las condiciones favorables observadas en mayo no se
mantuvieron, y que la economía peruana sigue siendo vulnerable a fluctuaciones
sectoriales y factores externos.
El
análisis del INEI revela que, aunque sectores como el transporte y la pesca
experimentaron crecimientos significativos, otros pilares de la economía
peruana, como la minería y los hidrocarburos, mostraron una preocupante
contracción del 7,47%. Este sector, históricamente uno de los motores de la
economía, enfrenta desafíos que incluyen conflictos sociales, factores técnicos
y la volatilidad de los precios internacionales de los metales. Asimismo, la
construcción, otro sector clave, también registró una disminución del 2,40%,
reflejando un debilitamiento de la inversión privada y una dependencia excesiva
en la inversión pública para sostener el crecimiento.
El
gobierno debe adoptar un enfoque más cauteloso y realista en sus proyecciones y
políticas económicas. Las cifras de crecimiento de mayo fueron excepcionales,
pero no deben ser tomadas como la norma. La economía sigue enfrentando desafíos
estructurales que requieren atención inmediata. La dependencia excesiva en
sectores volátiles como la minería, y la falta de diversificación económica,
hacen que Perú esté en una posición vulnerable frente a cambios en las
condiciones globales.
El
optimismo del ministro Arista sobre un ciclo expansivo de crecimiento del 6% al
7% anual es, en el mejor de los casos, prematuro. Para alcanzar estas tasas de
crecimiento, nuestro país necesitará más que buenos deseos y proyectos de
infraestructura. Se requieren reformas profundas que faciliten la inversión
privada, reduzcan la burocracia y fomenten la competitividad en todos los
sectores.
¿Qué
hacer?
El
gobierno debe concentrar sus esfuerzos en crear un ambiente más favorable para
la inversión privada, que ha demostrado ser una herramienta efectiva para el
crecimiento sostenido. Esto incluye la simplificación de procesos regulatorios,
la protección de los derechos de propiedad, y la mejora de la infraestructura
básica, no solo en áreas urbanas, sino también en regiones del interior, que a
menudo se quedan atrás.
Asimismo,
es vital promover la diversificación económica. Perú no puede depender
indefinidamente de la minería y la pesca como sus principales motores de
crecimiento. El desarrollo de sectores como la agricultura sostenible, la
manufactura avanzada y los servicios tecnológicos debe ser una prioridad. Estos
sectores pueden ofrecer estabilidad económica y reducir la exposición del país
a las fluctuaciones en los mercados globales de materias primas.
Finalmente,
la estabilidad macroeconómica debe ser mantenida a través de una política
fiscal responsable. El gobierno debe resistir la tentación de aumentar el gasto
público de manera insostenible, especialmente en proyectos de infraestructura
que, aunque necesarios, deben ser ejecutados con eficiencia y transparencia
para evitar sobrecostos y corrupción.
Recapitulando,
el crecimiento económico en lo que va del 2024 es una advertencia de las
complejidades y desafíos que enfrenta la economía del país. Aunque existen
oportunidades claras para el desarrollo sostenible, es esencial que el gobierno
adopte un enfoque prudente y realista, que priorice las reformas estructurales
y la diversificación económica. Solo a través de un compromiso decidido con
estas prioridades, nuestro país podrá alcanzar un crecimiento sostenido y
resiliente, capaz de soportar las inevitablemente cambiantes mareas de la
economía global.
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