domingo, 6 de septiembre de 2020

Proyecto de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2021

 

Por: Wens Silvestre

La distribución del presupuesto público 2021, continúa siendo centralista. En efecto, el proyecto de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2021, ascenderá a 183.03 mil millones de soles, es decir, 5.66 mil millones de soles más que el presente año, sin embargo, en la distribución de la torta presupuestal, el Gobierno Nacional pasará de administrar 124.58 mil millones de soles (2020) a 129.04 mil millones (2021), es decir, 70,2% a 70,5%, respectivamente; en tanto, los Gobiernos Regionales pasará de 31.9 a 33.1 mil millones de soles, es decir, les corresponderá el 18,08%, similar al presente año (18%), en tanto, los Gobiernos Locales, prácticamente, les corresponderá una cifra similar, 20.9 mil millones, empero en términos absolutos representa una ligera disminución durante el 2021, pasando de  11.77% a 11,42%.

En los últimos años, el Poder Ejecutivo ha expuesto sus planteamientos, referidos a la lucha contra la corrupción, la inseguridad, fortalecimiento de gobernabilidad, crecimiento económico, desarrollo social y bienestar de la población (salud, educación, saneamiento). Sin embargo, los resultados de la administración de los recursos no muestran avances objetivos. ¿A dónde va a parar ingentes recursos públicos? En el año 2015, el presupuesto público era 130.6 mil millones de soles para el 2020 se empezó con un PIA de 177.4 mil millones de soles, es decir, un crecimiento de 40.1% de recursos para cumplir con los objetivos de mejora de la calidad de los ciudadanos y reducción de la pobreza. Sin embargo, según el INEI, la tasa de pobreza en el país se estancó en los últimos tres años en alrededor de 20%, y el 2020 se incrementará sustancialmente estos niveles de pobreza, por efectos de la crisis sanitaria por la COVID-19, cuyas medidas impuestas por este gobierno para contenerlo (sin éxito), acabaron destruyendo nuestra economía, generando una recesión económica, sin precedentes, y una pérdida de más 6.7 millones de empleos, solo durante el segundo trimestre del presente año.

¿Qué se hizo con ingentes recursos públicos? ¿Qué pasó con los programas sociales? ¿Será acaso efectos de una pésima gestión de la crisis sanitaria y mal manejo de política económica? ¿Tenemos acaso un gobierno indolente ante la población más necesitada? Tal vez anda más preocupado por su agenda personal y de mantener su popularidad a costa de los recursos públicos que ha venido despilfarrando, con el argumento de atención a la población más necesitada, agudizada por la crisis sanitaria.

En efecto, pese a que el “Nuevo Parlamento” le dio todas las facilidades al Gobierno para enfrentar la crisis sanitaria y económica, hasta se delegó facultades para legislar principalmente en materia de salud y economía, los resultados le fueron esquivos, porque es un gobierno que no supo administrar la crisis y no aprendió a conducir la organización del Estado, salvo su liderazgo para sistemáticamente debilitar la gobernabilidad e institucionalidad democrática del país, so pretexto de legitimar sus ambiguas y parciales propuestas de reforma del sistema de administración de justicia y del sistema político. Ese constante ataque se concentró en la representación nacional y tiene una explicación: la debilidad de quien lidera el Poder Ejecutivo.

El gobierno tiene un deficiente manejo de la política económica. En efecto, el crecimiento mediocre registrado hasta el 2019, fue solo gracias a una economía que viene funcionamiento en piloto automático, desde hace cuatro quinquenios, y en el presente año, se viene demostrando que no tenemos un ministerio de Economía, sino un ministerio de Hacienda, que se ha dedicado a la distribución de recursos públicos, financiados sustancialmente con operaciones de crédito interno y externo, como consecuencia de la caída de la recaudación fiscal, a raíz de la parálisis de la economía. Este pésimo escenario para nuestra economía, seguirá registrando cifras por debajo de las proyecciones optimistas del MEF. Así, por ejemplo, durante el 2019, el MEF tenía proyectado un crecimiento de 4,5%, y solo crecimos 2,2%. Para el 2020, el MEF estimó crecer 4,0%, sin embargo,  debido a la crisis, proyecta una caída del 12%( probablemente la caída será mayor al 15%), es decir, las proyecciones del MEF, no se cumplen, porque maneja un escenario demasiado optimista, como para sorprender a la población. La realidad le ha demostrado sistemáticamente que el MEF está haciendo mal su trabajo. El MEF ha perdido la credibilidad como ente técnico, pasando a convertirse en entidad más política.

Este gobierno, cuya responsabilidad es dirigir la política general del Gobierno, viene desatendiendo lo fundamental para mejorar los ingresos familiares de la población: promover el crecimiento de la economía. De ahí su pobre resultado en la lucha contra la pobreza. Empero, se alimenta de su gaseosa popularidad, aprovechando la vulnerabilidad del Parlamento.

¿Qué podemos esperar de un gobierno que ni siquiera ha podido sostener el crecimiento de la inversión pública? ¿Cómo es posible que a falta de menos de cuatro meses para culminar el año, solo ejecutó el 21,0% de su presupuesto? El aparato burocrático ha crecido para enredar los procedimientos de los sistemas administrativos, que hace mucho más complicado gestionar los recursos públicos. Si no se destrabas y se hace más sencillo los procedimientos, más complicado será ejecutar un sol del presupuesto. Lo único eficiente del Estado es gastar en planilla, pero no en la razón de ser del Estado, mejorar la prestación de los servicios básicos para la población.

¿Puede un gobierno garantizar un crecimiento de la economía de 10,0% durante el 2021? La respuesta es sencilla, NO, porque no está concentrado en implementar políticas que enciendan los motores de la economía. El gobierno aspira que la inversión privada crezca en 22%. Sin embargo, este año tenía proyectado un crecimiento de 4,8%, pero su proyección actual, es de -34,2%, es decir, una estrepitosa caída, en tanto, la inversión pública, estima que crecerá por arte de magia en 21,7% frente a una caída de 15,5% durante el presente año; el consumo privado y público sólo estima un crecimiento de 6,5% y 7,1%, respectivamente.

En ese escenario optimista, el Gobierno proyecta un incremento del presupuesto 2021 en 3%. Sin embargo, este crecimiento será financiado a costa de un déficit fiscal de 6,2% del PBI (menor al déficit de 10,7% del PBI 2020) que implica mayor endeudamiento interno y externo, que ascenderá a 47.65 mil millones de soles (26,03% del presupuesto público) para poder financiar un presupuesto centralista, que pese a las promesas públicas del gobierno de subir a 40% de la torta presupuestal para las instancias descentralizadas.

En resumen, las instancias descentralizadas, tendrán una participación de la torta presupuestal solo de 29,5% ligeramente inferior al 29,8% destinado para el presente año.

Es la muestra de una política de una promesa incumplida, y volveremos a tener alcaldes tocando la puerta de los ministerios para mendigar recursos financieros para la ejecución de proyectos, restándole predictibilidad en la planificación y gestión de los gobiernos regionales y locales.

Recordemos que el proceso de descentralización, busca promover el desarrollo económico y social en igualdad de condiciones en todos los departamentos[1].

Ese proceso sistemático de concentración de recursos a nivel de Gobierno Central en los últimos tres quinquenios, no se condice con el proceso de descentralización progresiva que la Constitución ordena y le sugiero al actual régimen evaluar esa forma de distribuir los recursos públicos.

En este contexto, es necesario exhortar al Poder Ejecutivo, con la finalidad que presente una propuesta distinta en la distribución presupuestal. Asimismo, es necesario que cumpla con lo dispuesto en la Ley 30804, Ley que modifica la Ley de Mancomunidades Regionales, que establece claramente que se les debe incluir, a las Mancomunidades Regionales, en la ley de presupuesto los recursos que les corresponde para garantizar su funcionamiento. Así, por ejemplo, la Mancomunidad Regional Los Andes, en su oportunidad, le solicitó al MEF, cumplir con la Ley de Mancomunidades Regionales, pero, esta entidad viene incumplimiento con el mandato de una ley.



[1] En ese contexto, se hicieron grandes reformas a nivel constitucional; asimismo, se dio la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales (2002), Ley Orgánica de Municipalidades (2003), Ley Marco de la Promoción de la Inversión Descentralizada (2003), el Decreto Legislativo 955 Descentralización Fiscal (2004), entre otros