martes, 26 de enero de 2010

La naturaleza reclama su espacio

Por: Wens Silvestre

Sin duda, en las últimas semanas viene sucediendo fenómenos naturales en diversos puntos de la Tierra, aunque éste proceso es cada vez más recurrente, principalmente en las últimas dos décadas, es necesario escuchar las voces de la naturaleza. Sus manifestaciones y reclamos deben ser atendidos por el hombre y rectificar su rol con el medio ambiente que le cobija y le da alimentos para sobrevivir.

La codicia humana terminará con toda forma de vida en el planeta si no se reflexiona a tiempo. Tal vez nuestro cuerpo humano ya se esté acostumbrando a los cambios bruscos del clima e inclusive de cambios de temperatura radicales en nuestro hábitat, pero ¿hasta qué punto soportaremos la sistemática llamada de atención de los elementos de la naturaleza? Creo que la secuencia de los últimos movimientos telúricos en diversas zonas del globo terráqueo, el frío radical del hemisferio norte más las lluvias y sequias en otras zonas del hemisferio sur (la sierra centro y sur de Perú, está siendo castigado por incesantes lluvias torrenciales que está generando pérdidas de vidas humanas y cuantiosas mermas económicas) son sólo el anuncio de algo más grave. Y la codicia humana no nos protegerá, porque ningún recurso humano (tecnológico y económico) podrá contra la furia de la naturaleza. Por eso, es urgente reflexionar y corregir la línea de vida asumida por el humano y encaminarse en convivir en armonía con su medio ambiente, compartiendo y respetando a los demás seres vivos que habitan la Tierra.

miércoles, 13 de enero de 2010

Haití necesita ayuda del mundo solidario

Haití pide ayuda y los pueblos del mundo se solidarizan y envían apoyo material y rezo universal.
Haití pronto se levanta de los escombros.

Haití una nueva sociedad.

Haití, estamos contigo...

lunes, 11 de enero de 2010

Mario Vargas Llosa propone legalizar el consumo de drogas


En un artículo aparecido en el Diario El Comercio, el día domingo 10 de enero de 2010, Vargas Llosa, otrora líder del Movimiento Libertad y del FREDEMO, se auna al pedido de descriminalizar el consumo de drogas. Aquí el texto completo del planteamiento del afamado escritor.

"El otro Estado
Por: Mario Vargas Llosa

Hace algún tiempo escuché al presidente de México, Felipe Calderón, explicar a un grupo reducido de personas, qué lo llevó hace tres años a declarar la guerra total al narcotráfico, involucrando en ella al Ejército. Esta guerra, feroz, ha dejado ya más de quince mil muertos, incontables heridos y daños materiales enormes.

El panorama que el presidente Calderón trazó era espeluznante. Los cárteles se habían infiltrado como una hidra en todos los organismos del Estado y los sofocaban, corrompían, paralizaban o los ponían a su servicio. Contaban para ello con una formidable maquinaria económica, que les permitía pagar a funcionarios, policías y políticos mejores salarios que la administración pública y una infraestructura de terror capaz de liquidar a cualquiera, no importa cuán protegido estuviera. Dio algunos ejemplos de casos donde se comprobó que los candidatos finalistas de concursos para proveer vacantes en cargos oficiales importantes relativos a la seguridad habían sido previamente seleccionados por la mafia.

La conclusión era simple: si el gobierno no actuaba de inmediato y con la máxima energía México corría el riesgo de convertirse en poco tiempo en un narcoestado. La decisión de incorporar al Ejército, explicó, no fue fácil, pero no había alternativa: era un cuerpo preparado para pelear y relativamente intocado por el largo brazo corruptor de los cárteles.

¿Esperaba el presidente Calderón una reacción tan brutal de las mafias? ¿Sospechaba que el narcotráfico estuviera equipado con un armamento tan mortífero y un sistema de comunicaciones tan avanzado que le permitiera contraatacar con tanta eficacia a las Fuerzas Armadas? Respondió que nadie podía haber previsto semejante desarrollo de la capacidad bélica de los narcos. Estos iban siendo golpeados, pero, había que aceptarlo, la guerra duraría y en el camino quedarían por desgracia muchas víctimas.

Esta política de Felipe Calderón que, al comienzo, fue popular, ha ido perdiendo respaldo a medida que las ciudades mexicanas se llenaban de muertos y heridos y la violencia alcanzaba indescriptibles manifestaciones de horror. Desde entonces, las críticas han aumentado y las encuestas de opinión indican que ahora una mayoría de mexicanos es pesimista sobre el desenlace y condena esta guerra.

Los argumentos de los críticos son, principalmente, los siguientes: no se declaran guerras que no se pueden ganar. El resultado de movilizar al Ejército en un tipo de contienda para la que no ha sido preparado tendrá el efecto perverso de contaminar a las Fuerzas Armadas con la corrupción y dará a los cárteles la posibilidad de instrumentalizar también a los militares para sus fines. Al narcotráfico no se le debe enfrentar de manera abierta y a plena luz, como a un país enemigo: hay que combatirlo como él actúa, en las sombras, con cuerpos de seguridad sigilosos y especializados, lo que es tarea policial.

Muchos de estos críticos no dicen lo que de veras piensan, porque se trata de algo indecible: que es absurdo declarar una guerra que los cárteles de la droga ya ganaron. Que ellos están aquí para quedarse. Que, no importa cuántos capos y forajidos caigan muertos o presos ni cuántos alijos de cocaína se capturen, la situación solo empeorará. A los narcos caídos los reemplazarán otros, más jóvenes, más poderosos, mejor armados, más numerosos, que mantendrán operativa una industria que no ha hecho más que extenderse por el mundo desde hace décadas, sin que los reveses que recibe la hieran de manera significativa.

Esta verdad vale no solo para México sino para buena parte de los países latinoamericanos. En algunos, como en Colombia, Bolivia y el Perú avanza a ojos vista y en otros como Chile y Uruguay de manera más lenta. Pero se trata de un proceso irresistible que, pese a las vertiginosas sumas de recursos y esfuerzos que se invierten en combatirlo, sigue allí, vigoroso, adaptándose a las nuevas circunstancias, sorteando los obstáculos que se le oponen con una rapidez notable, y sirviéndose de las nuevas tecnologías y de la globalización como lo hacen las más desarrolladas transnacionales del mundo.

El problema no es policial sino económico. Hay un mercado para las drogas que crece de manera imparable, tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados, y la industria del narcotráfico lo alimenta porque le rinde pingües ganancias. Las victorias que la lucha contra las drogas puede mostrar son insignificantes comparadas con el número de consumidores en los cinco continentes. Y afecta a todas las clases sociales. Los efectos son tan dañinos en la salud como en las instituciones. Y a las democracias del Tercer Mundo, como un cáncer, las va minando.

¿No hay, pues, solución? ¿Estamos condenados a vivir más tarde o más temprano, con narcoestados como el que ha querido impedir el presidente Felipe Calderón? La hay. Consiste en descriminalizar el consumo de drogas mediante un acuerdo de países consumidores y países productores, tal como vienen sosteniendo “The Economist” y buen número de juristas, profesores, sociólogos y científicos en muchos países del mundo sin ser escuchados. En febrero del 2009, una Comisión sobre Drogas y Democracia creada por tres ex presidentes, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, propuso la descriminalización de la marihuana y una política que privilegie la prevención sobre la represión. Estos son indicios alentadores.

La legalización entraña peligros, desde luego. Y, por eso, debe ser acompañada de un redireccionamiento de las enormes sumas que hoy día se invierten en la represión, destinándolas a campañas educativas y políticas de rehabilitación e información como las que, en lo relativo al tabaco, han dado tan buenos resultados. El argumento según el cual la legalización atizaría el consumo como un incendio, sobre todo entre los jóvenes y niños, es válido, sin duda. Pero lo probable es que se trate de un fenómeno pasajero y contenible si se lo contrarresta con campañas efectivas de prevención. De hecho, en países como Holanda donde se han dado pasos permisivos en el consumo de las drogas, el incremento ha sido fugaz y luego de un cierto tiempo se ha estabilizado. En Portugal, según un estudio del CATO Institute, el consumo disminuyó después que se descriminalizara la posesión de drogas para uso personal.

¿Por qué los gobiernos, que día a día comprueban lo costosa e inútil que es la política represiva, se niegan a considerar la descriminalización y a hacer estudios con participación de científicos, trabajadores sociales, jueces y agencias especializadas sobre los logros y consecuencias que ella traería? Porque, como lo explicó hace 20 años Milton Friedman, quien se adelantó a advertir la magnitud que alcanzaría el problema si no se lo resolvía a tiempo y a sugerir la legalización, intereses poderosos lo impiden. No solo quienes se oponen a ella por razones de principio. El obstáculo mayor son los organismos y personas que viven de la represión de las drogas, y que, como es natural, defienden con uñas y dientes su fuente de trabajo. No son razones éticas, religiosas o políticas sino el crudo interés el obstáculo mayor para acabar con la arrolladora criminalidad asociada al narcotráfico, la mayor amenaza para la democracia en América Latina, más aún que el populismo autoritario de Hugo Chávez y sus satélites.

Lo que ocurre en México es trágico y anuncia lo que empezarán a vivir tarde o temprano los países que se empeñen en librar una guerra ya perdida contra ese otro Estado que ha ido surgiendo delante de nuestras narices sin que quisiéramos verlo.

LIMA, ENERO DEL 2010"

Cortesía: http://www.elcomercioperu.com.pe/

viernes, 8 de enero de 2010

El rol de las fuerzas armadas en tiempos de paz



Aunque no es un planteamiento nuevo, y una experiencia cercana se dio en el régimen de gobierno del presidente Fujimori, sobre el rol de las Fuerzas Armadas en épocas de paz: Contribuir activamente en el desarrollo económico y social del país.

A veces un ciudadano común, como mi persona, se pregunta ¿qué hacen los miembros de las fuerzas armadas en épocas de paz? las respuestas pueden ser múltiples, pero todo indica que están "calentando" el sillón, porque no hay explicación y justificación del costo que genera anualmente al Estado mantener unas fuerzas armadas pasiva.

Según el Portal de Transparencia del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el Estado llegó a gastar en el Sector Defensa, sin considerar el Sector Interior, en los últimos 5 años (2006-2010) un total de S/. 24,149.58 millones (incluye el presupuesto de apertura 2010). Cifra que equivale a aprox. US$ 8.05 mil millones (tipo de cambio S/. 3.00), sin embargo su rol en beneficio de la sociedad en tiempos de paz, no es destacable, en vista de que la sociedad desconoce su labor.

Mi percepción personal, es que las fuerzas armadas (FF.AA.) está cumpliendo un rol pasivo de inactividad e indiferencia. Sería necesario que las FF.AA. cumpla tareas más dinámicas en beneficio de la colectividad. Por ejemplo, es pertinente que sus equipos de ingeniería apoyen en las labores de defensa civil preventiva e inclusive apoyen en el mantenimiento de las carreteras del interior del país que no han sido concesionadas.

Los oficiales "gorditos" deben ponerse en forma, y salir de su rutina pasiva. Es pertinente, en ese sentido, resaltar la opinión del director del diario Peru21, Fritz Du Bois, al plantear la posibilidad que las FF.AA. se hagan cargo de Defensa Civil, sobre todo si se está pronosticando periodos de lluvias en la costa central del país entre febrero y marzo.

miércoles, 6 de enero de 2010

¿Eres un buen capitán?

Por: Carlos Devis
El mar estaba muy picado hacía varios días.
La visibilidad era muy precaria.
El capitán del enorme acorazado recomendó a su tripulación permanecer alerta.
- Por favor informe inmediatamente cualquier novedad. -ordenó con seguridad el capitán a su segundo-.
Tan pronto oscureció uno de los marinos anunció:
- Atención, una luz está brillando hacia el norte.
- ¿Se está moviendo o está quieta? -preguntó el capitán.
- ¡Se está moviendo! -respondió el segundo.
El capitán llamó al encargado de las señales yle dijo:
- Avísele a esa embarcación que si sigue en esa dirección está en grave riesgo de estrellarse contra nosotros. Aconséjele que vire 20 grados hacia el este.
Como no hubo respuesta y la luz seguía acercándose el capitán decidió encargarse personalmente de la situación.
- Atención, atención. Habla el capitán de este gran acorazado. Le advertimos una vez más, cambie de curso o nos estrellaremos contra ustedes. - Háganlo ahora. -insistió el capitán con firmeza-.
Entonces una voz tranquila y segura le respondió: - Aquí habla el marinero Pérez. Acorazado, cambie usted su rumbo 20 grados hacia el este.
Al oír esto el capitán, ya salido de casillas y casi gritando, dijo: - Por última vez marinero. Este es un barco de guerra, vire inmediatamente 20 grados hacia el este. Y la respuesta que recibió fue: - Yo soy el faro. Usted es el que debe cambiar de curso.
Amig@, a veces queremos que los demás cambien y hasta los amenazamos con estrellarnos.
Es más fácil que tú cambies.
Tú diriges tu barco.
Ve a donde tú quieras y como todo buen capitán, sé flexible en la forma de construir los caminos. Escucha lo que los demás tengan que decir. Te puedes evitar una colisión.

¡Feliz Año 2010!