martes, 6 de agosto de 2024

Minería informal e ilegal en Huanta: una amenaza oculta

Por Wens Silvestre

La reciente ola de protestas en Huanta y sus distritos vecinos, Luricocha, Iguain y Huamanguilla, pone de manifiesto un problema que ha estado latente durante demasiado tiempo: la devastadora actividad de la minería informal e ilegal en las cabeceras de cuenca. Estas protestas no solo son una respuesta desesperada ante la contaminación y destrucción de recursos hídricos vitales, sino también un grito de auxilio de comunidades que ven amenazada su subsistencia diaria. 

Las lagunas de Razuhuillca, ubicadas en las cabeceras de la microcuenca de Huanta, son la principal fuente de agua para más de 60 mil personas que dependen de ella para consumo humano y agrícola. La provincia de Huanta, con una población estimada de 113,291 habitantes en 2021, donde el 65% reside en áreas rurales, depende mayoritariamente de la agricultura y ganadería. La minería ilegal, sin embargo, viene contaminando estas fuentes de agua probablemente con metales pesados como el mercurio y el cianuro, poniendo en riesgo la salud y el bienestar de toda la comunidad.

La minería en cabeceras de cuenca altera significativamente los ciclos hidrológicos, desviando ríos y causando erosión y sedimentación que destruyen hábitats naturales y reducen la calidad del agua. Estos efectos son especialmente devastadores en ecosistemas tan frágiles como los andinos, donde la pérdida de biodiversidad es una consecuencia inevitable.

Además, el cambio climático añade otra capa de vulnerabilidad. El retroceso de glaciares, como el del nevado Razuhuillca, exacerbado por la minería y el calentamiento global, reduce las reservas de agua dulce, fundamentales para el valle. En épocas de lluvias, la limitada infraestructura para almacenar agua resulta en una pérdida significativa de este recurso, mientras que, en temporadas secas, la escasez se siente aún más agudamente.

El Estado peruano ha intentado, sin éxito, formalizar la minería informal e ilegal a través de mecanismos como el Registro Integral de Formalización Minera (REINFO). Sin embargo, las sucesivas extensiones de plazo han permitido que la minería informal e ilegal continúe operando sin cumplir con los requisitos de formalización. Esto no solo perpetúa la destrucción ambiental, sino que también evidencia una debilidad en la gobernanza y aplicación de la ley.

Las protestas en Huanta no son simplemente una queja; son una declaración de derechos. Las comunidades tienen el derecho a ser consultadas y a participar en la toma de decisiones que afectan su entorno y su calidad de vida. La falta de consulta y la imposición de actividades mineras en sus territorios sin su consentimiento son una violación de sus derechos fundamentales.

Para abordar esta crisis, es esencial que el gobierno y las autoridades pertinentes tomen medidas concretas. Esto incluye establecer y hacer cumplir leyes ambientales más estrictas, mejorar las capacidades de monitoreo y control, promover alternativas económicas sostenibles para las comunidades locales y garantizar la participación ciudadana en la toma de decisiones.

La huelga de las organizaciones sociales de Huanta refleja una demanda legítima y urgente por la protección de sus recursos hídricos y la defensa de sus derechos frente a las actividades mineras ilegales e informales. Es fundamental que las autoridades actúen con determinación para resolver este conflicto, promoviendo un desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente y las comunidades locales.

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