William Márquez
BBC Mundo, Washington
La reciente visita del presidente Barack Obama a México y Centroamérica
marca el inicio de un período de intensa actividad diplomática de Estados
Unidos con la región, después de más de cuatro años de poco contacto que
algunos tildarían de completa indiferencia.
A finales de mayo, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden,
visitará Brasil, Colombia y el Caribe y, a comienzos de junio, Washington será
anfitrión de los presidentes de Chile y Perú, seguidos de las visitas de otros
mandatarios latinoamericanos aún por conocerse.
El propio Biden describió la iniciativa como "el período más activo
de contacto a alto nivel con América Latina en mucho tiempo", pero algunos
se preguntan si EE.UU. podrá recuperar el terreno perdido en la región y cómo
mantener firmes esos lazos.
Reinicio del contacto
El primer mandato de Obama fue una continuación del bajo interés
reflejado por la presidencia de su antecesor, George W. Bush, en un hemisferio
que poco a poco se ha ido distanciando del tradicional gigante que tiene como
vecino.
Pero la reciente reunión de Barack Obama con el nuevo presidente de
México, Enrique Peña Nieto, y su posterior viaje a Costa Rica para encontrarse
con líderes centroamericanos fueron elogiados por observadores y funcionarios
como una señal de que el gobierno estadounidense quiere enganchar con América
Latina ahora que empieza un segundo período e inaugura a un nuevo secretario de
Estado.
"El Hemisferio Occidental siempre ha sido importante para Estados
Unidos, pero más aún hoy en día porque tiene más potencial que en cualquier
momento de la historia americana", expresó Joe Biden al anunciar un viaje
a la región.
El vicepresidente se reunirá a finales de mayo con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, para buscar maneras de profundizar los lazos económicos y comerciales; con el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, para discutir relaciones de seguridad y prosperidad mutua; y con varios líderes caribeños en Trinidad y Tobago para hablar de temas de crecimiento, entre otros.
Por su parte, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y su homólogo de
Perú, Ollanta Humala, visitarán separadamente la Casa Blanca para avanzar las
negociaciones del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica
(TPP por sus siglas en inglés) y otros asuntos energéticos, ambientales y
económicos.
Biden anunció que habrá más visitas de otros mandatarios a Washington
más tarde en el año.
El repentino e intenso enlace de Washington con sus vecinos responde a
varios procesos en la región así como a la agenda interna y externa de la Casa
Blanca en los que puede o no haber coincidencia política.
Están la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez y la polémica en
torno a las elecciones en Venezuela que han incrementado la preocupación con la
estabilidad de ese país y los vecinos andinos; se han formado bloques
económicos regionales que no incluyen a EE.UU.; la Asamblea General de la OEA
se realizará en Guatemala, en junio, donde sin duda se discutirá el reciente
informe sobre las drogas.
Por otra parte, hay un nuevo gobierno en México que está tomando
distancia en asuntos que son de mucho interés para EE.UU., particularmente en
temas de seguridad fronteriza. Y, por supuesto, está la reforma migratoria que,
aunque depende de los votos en el Congreso estadounidense, su aprobación o
rechazo tendrá repercusión en la región.
Si bien las relaciones se mantienen en la mayor parte cordiales
-Venezuela siendo la excepción-, hay una percepción entre los observadores de
que EE.UU. está perdiendo terreno en América Latina.
"No van a poder recuperar ese terreno perdido con nuevos y audaces
programas de asistencia porque no hay dinero, así que el paso lógico es
aumentar la actividad diplomática", dijo a BBC Mundo Adam Isacson, de la
Oficina en Washington sobre Asuntos Latinoamericanos, WOLA.
El analista señaló que en la reciente visita de Obama a México y
Centroamérica no se plantearon ideas ni programas especiales. "No hubo
promesas concretas más allá de continuar con CARSI (la iniciativa de seguridad
regional centroamericana) y lo que sea que remplazará el plan Mérida en
México".
Es una apreciación con la que coincide Eric Hershberg, director del
Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Americana en Washington,
quien acaba de regresar de Centroamérica donde tuvo oportunidad de hablar con
aquellos que estuvieron presentes en la cumbre de mandatarios.
"Mientras reciben con beneplácito la disposición de EE.UU. al
diálogo, se lamentan de que Washington no parece tener una visión estratégica
de la relación a largo plazo", comentó el profesor Hershberg.
"Falta compromiso"
Según Hershberg, Estados Unidos le puso gran énfasis al intercambio
educacional, que fue aplaudido, pero hubo una ausencia de compromiso para
ofrecer los recursos necesarios para tal iniciativa.
"Todavía falta mucho para forjar el tipo de relaciones que deberían
caracterizar la dinámica entre Washington y sus vecino", expresó el
académico.
En México hay, y continuará habiendo, tensiones sobre la insistencia del
nuevo gobierno de recuperar algún grado de autonomía con respecto a la lucha
contra el narcotráfico y el crimen organizado.
La preocupación del gobierno estadounidense respecto a la guerra contra
las drogas se verá puesta a prueba con la publicación de la OEA sobre el
informe que analiza alternativas en ese frente.
"La Casa Blanca querrá manejar ese asunto de manera creativa y
prestándole atención a los países de la región que buscan cambiar la actual
política antidrogas un poco", indicó Adam Isacson de WOLA.
Pero dentro del gabinete de Obama no hay unanimidad al respecto, dijo
Isacson. Unos sectores estarían dispuestos a considerar otras alternativas,
aunque no la legalización. Por otra parte, hay preocupación de que algunos
gobiernos de la región están aflojando en la lucha contra los carteles de la
droga con tal de que su actividad no genere más violencia.
"Aunque el tráfico de drogas continúa igual, el crimen en las
calles ha disminuido y esa situación parece ser aceptable para esos gobiernos,
aunque no todos en Washington están complacidos con esa política", recalcó
el analista.
Cambio de foco
No obstante, Eric Hershberg de la Universidad Americana le abona al
presidente Obama la voluntad de cambiar el foco de la discusión hacia temas que
debieron ser prioritarios durante su primer mandato pero se vieron opacados por
el énfasis desproporcionado en una agenda antidroga y de seguridad.
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