Por:Marcelo Justo
BBC Mundo
En la última rendición anual ante
el congreso chileno, el presidente conservador Sebastián Piñera criticó la
herencia recibida de su antecesora, Michelle Bachelet, y reivindicó que bajo su
gobierno Chile creció a un promedio del 5,8% anual y se crearon casi un millón
de empleos.
El discurso generó una fuerte
respuesta de la oposición, que cuestionó el manejo oficial de las estadísticas,
el incumplimiento de proyectos y la insuficiente inversión en infraestructura.
En medio de un debate con aroma
preelectoral (habrá comicios presidenciales en noviembre), algunas voces
críticas afirman que las grietas del modelo chileno van mucho más allá de estos
matices.
Con números en la mano, el
economista chileno de la Universidad de Cambridge Jose Gabriel Palma, le dice a
BBC Mundo que el modelo –sea conservador o de la Concertación – pende de un
hilo: el precio del cobre.
"Si en 2012 el precio del
cobre hubiese vuelto a su nivel preboom, antes de 2003, el déficit de la
balanza de pagos hubiera sido del 18% del PIB (Producto Interno Bruto),
bastante superior al que hubo en 1981 (13%), o en 1982 (9%), la época de la
gran crisis chilena. En otras palabras, en 2012 el país gastó casi US$10.000
millones más de lo que tenía", precisa Palma.
La balanza de pagos, considerado
el mejor indicador de sostenibilidad económica, pasó en los últimos años de un
superávit de un 5% a un déficit de un 4%: el excedente de US$3.200 millones de
hace tres años se convirtió en un déficit de US$9.500 millones.
El mismo modelo, el mismo vicio
La mirada es distinta desde los centros de
poder mundial que siempre destacan la continuidad y previsibilidad del modelo
chileno. El país sudamericano apenas ha variado las palancas clave de su
política económica desde el gobierno militar de Augusto Pinochet.
El regreso a la democracia
mantuvo el mismo modelo económico con un "rostro humano", expresado
en el mayor gasto social que permitió una caída del 40% al 15% de los niveles
de pobreza.
"El sector público y el
privado, el Banco Central y su política monetaria, el sistema impositivo
regresivo, funcionan con las mismas reglas de juego que antes. Las regalías a
la minería son un ejemplo. El royalty que inventó el presidente Ricardo Lagos
para la minería es un chiste: equivale al 2% de las utilidades de las mineras",
afirma Palma.
Este modelo no ha podido superar
una maldición que parece perseguir a muchos países de América Latina, sea
socialistas (Cuba), estatistas (Venezuela) o de libre mercado (Chile): la
dependencia de las materias primas.
Esta dependencia (en Chile el
cobre representa casi la mitad de sus exportaciones y un 25% del PIB) ha sido
bautizada con un término genérico, la "enfermedad holandesa", por el
impacto negativo que tiene sobre la vida económica.
Pero según Gabriel Palma, el
presidente chileno José Manuel Balmaceda en el siglo XIX y su uso del salitre
son un ejemplo de que un recurso natural no es necesariamente una
"maldición" económica.
"Balmaceda captó los
excedentes del salitre y los invirtió en capital físico y humano para general
capacidades productivas que tomen el lugar del recurso natural cuando este se
desinfle. Con un impuesto a las exportaciones de salitre que llegó hasta el
tercio del valor, la inversión pública se cuadruplicó en términos reales y la
de educación se incrementó ocho veces", dice Palma.
A su juicio, el Fondo de
Estabilización Económico y Social (FEES) creado en 2007 por el gobierno de
Bachelet con un aporte inicial de US$ 2.580 millones como fondo anticíclico
(para la época de las "vacas flacas") es un paso claramente insuficiente.
"Entre este fondo y las
reservas del Banco Central no dan ni para cubrir un año de importaciones. Sólo
con una fuerte regalía de las mineras se puede impulsar una alternativa
económica real", asegura Palma.
Las oscilantes materias primas
Así las cosas, el modelo está
fuertemente expuesto a las oscilaciones del precio del cobre que, como la
mayoría de las materias primas, se caracteriza por su volatilidad.
En los siglos XIX y XX, América
Latina vivió innumerables vaivenes en estos valores que llevaban de la bonanza
a la malaria, de tirar la casa por la ventana a quedar con las arcas vacías.
La plena incorporación de China e
India al comercio internacional pareció cambiar en este siglo el continuo
deterioro de los precios de materias primas del mundo en desarrollo en relación
con los productos manufacturados que exportaba el mundo desarrollado.
Pero la economía china y la india
están desacelarándose, algo que ya se ha visto reflejado en el precio del
cobre, que ha caído en un 13% este año.
A lo que se suma otro factor tan
estructural como la incorporación de China e India y, según Palma, más
importante en la determinación de los precios de los productos: la hegemonía
del sector financiero mundial.
"Los precios de las materias
primas o las alzas de las bolsas no son un reflejo del desempeño de la economía
mundial que se encuentra sumergida en un semiestancamiento con sectores
públicos endeudadísimos y la eurozona en peligro", dice.
"La liquidez de estos
mercados financieros los ha llevado a apostar por estos productos, pero esas
especulaciones son siempre inestables, pasan de producto en producto, crean
artificialmente burbujas para luego reventarlas".
De estas burbujas puede pender el
Chile que surja de las elecciones presidenciales de noviembre.
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