El Foro de APEC nos dejó algunas luces importantes que el país necesita establecer con caracter de urgencia: La agenda educativa.
En un mundo globalizado, infectado hoy por una crisis financiera y económica, requiere con carácter de urgencia, no sólo restablecer la confianza en el mercado, sino principalmente, recurso humano altamente competitivo. Estamos viviendo un mundo cuasi sin fronteras, excepto las establecidas por políticas soberanas de migraciones. En ese contexto, la tendencia a políticas de apertura de mercados y eliminación de barreras arancelarias continúa siendo, a pesar de la crisis, el discurso principal de los líderes del mundo. Desde G. Bush hasta Hu Jintao, pregonaron en el APEC, la necesidad de reducir las barreras al comercio y consideraron que es el mecanismo más democrático de reducir las diferencias entre los países pobres y ricos. Para que ese objetivo se haga realidad, es necesario que los países pobres, no sólo deben dedicarse a atraer inversiones, sino tiene otra gran reto, tal vez el más importante para poder salir adelante en el objetivo trazado: La educación. La formación de un recurso humano capacitado, capaz de cubrir las expectativas que un mundo hipercompetitivo exige. Ese es el punto débil en el caso peruano. Y creo que hasta hoy, el régimen actual no está dándole la prioridad necesaria menos suficiente. La innovación tecnológica constante requiere un sistema educativo dinámico, flexible y pragmático, que implica aplicabilidad inmediata de los conocimientos básicos adquiridos por el estudiante. No hay tiempo que perder. Los síntomas de una escasez de recurso humano técnico se está notando, según informe de empresas consultoras.
La modernización de la educación, principalmente en la educación primaria y secundaria. La formación técnica y universitaria debe virar a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, para ello se requiere una política que exija a las universidades privadas y nacionales a darle prioridad a las facultades de ciencias y tecnología. Tal vez sea necesario reevaluar las exoneraciones tributarias que gozan las instituciones educativas, universidades e institutos del país, para compensar aquellas instituciones que realmente merezcan un premio por sus aportes innovadores en investigación y desarrollo tecnológico. No es posible que el Estado esté premiando a instituciones de formación sólo con el afán mercantilista, sino debe involucrarse en el desarrollo económico y social del país. Y su cuota principal para el logro de ese fin, está en poner a disposición del mercado, recurso humano altamente capacitado capaz de asumir el reto que un mundo globalizado exige.
Promover inversiones exige la responsabilidad del país anfritrión, no sólo mostrarle las fortalezas del país como la estabilidad macroeconómica, sino principalmente garantizar una oferta laboral competitiva y calificada para cubrir las expectativas del inversor.
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