Por: Wens Silvestre
Lo que se suma al proceso inflacionario, pone en peligro la meta de reducción de la pobreza.
Según muchos economistas, América Latina está protegida por su diversificación de mercado y puede enfrentar las consecuencias de la crisis financiera norteamericana. Sin embargo, vale la pena analizar algunos escenarios que podría vulnerar a la economía peruana y reducir la expectativa de crecimiento para el 2009.
Nuestra dependencia comercial con Estados Unidos, es el primer punto vulnerable. Siendo éste el principal destino de nuestras exportaciones, un eventual efecto de la crisis financiera sobre la economía real norteamericana, tendería a disminuir la demanda de bienes importados, principalmente de productos textiles, los mismos exportamos. Para el Presidente de ADEX, Luis Silva –“Es posible que esta situación complique nuestras exportaciones. Recordemos que las ventas peruanas al exterior han venido creciendo a buen ritmo y que esta crisis nos toma en una especial coyuntura, pero vamos a buscar reducir el impacto”.
Otro escenario por efecto de la desaceleración o recesión de la economía de Estados Unidos, tendería a reducir la producción de bienes como automóviles y electrodomésticos, lo que podría afectar las exportaciones primarias de forma directa en volumen y precio de los commodities como minerales, que contribuyen, aunque no como debiera ser, impuesto a la renta, reflejándose en un menor pago de éstos impuestos, lo que afectará la caja fiscal para realizar mayores inversiones o para el gasto corriente.
En cuanto al flujo de capitales, tendería a reducirse progresivamente, debido a la percepción de los inversionistas de un debilitamiento global de la economía, en ese escenario, es necesario que el Banco Central de Reserva, reevalúe su política monetaria restrictiva, principalmente, para los depósitos en dólares americanos, sería necesario reducir el encaje legal. Además, es importante analizar “racionalmente” el incremento de la tasa de interés referencial, en vista de que encarece el costo de dinero, pero que no incide en la toma de decisiones de los agentes económicos peruanos, que en su mayoría no toma decisiones en función a la tasa de interés, sino al costo de oportunidad. La suma de la inflación y el dinero caro, lo único que traerá en el corto plazo es recesión, porque se está castigando al crédito destinado a las inversiones de las pequeñas y medianas unidades productivas. Por otro lado, el usuario que utiliza tarjetas de crédito, no tiene suficiente peso para afectar significativamente sobre el incremento de precios de los bienes y servicios. En ese sentido, el consumo de las empresas sirve para el crecimiento y mantenimiento de su aparato productivo, y no es el consumo que hacen las familias.
En cuanto a la política fiscal “modulado”, que en la práctica es restrictiva, también debe ser repensado, se requiere un trabajo muy fino por parte del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para que no se desacelere la economía peruana. Si el sector privado reduce sus expectativas de crecimiento, y a ello se suma la del sector público, el efecto es una contribución al enfrentamiento de la economía nacional. El pasado fin de semana, estuve en uno de esos megacentros de Lima, y observé claramente la reducción de consumidores en los establecimientos comerciales y de servicios. Hice un sondeo espontáneo, y los trabajadores me confirmaron que efectivamente, ese fin de semana había disminuido los asiduos consumidores. Se podría ensayar una respuesta del por qué de esa disminución, la respuesta fácil podría ser que “la inflación está reduciendo el poder adquisitivo de las familias”, y con ello una menor demanda de bienes y servicios, luego una menor producción de los mismos, también una menor recaudación tributaria, principal fuente de financiamiento del presupuesto del sector público, poniendo en peligro la atención de los servicios básicos que el Estado debe garantizar a las zonas más vulnerables del país.
Finalmente, creo que estamos en un escenario delicado para la economía mundial, y por ende, nuestra economía es vulnerable, aunque somos solventes en el corto plazo, gracias a los US$ 34 mil millones de RINs, que nos permitirá, si es necesario, afrontar los embates de esta crisis financiera. Es importante que el gobierno peruano, priorice el sector agrario, para reducir el impacto, no sólo de la crisis financiera, sino principalmente de la crisis alimentaria, y con ello reducir el costo de la inflación sobre el ingreso de las familias más pobres. Alentar las exportaciones de alimentos, sin antes no haber satisfecho menos priorizado la demanda interna, es un grave error, porque el hambre de la población persiste y la ingesta de calorías ha disminuido durante el 2007, según el INEI, sin embargo, el gobierno continúa haciendo loas con el crecimiento de la economía en su conjunto, sin evaluar lo que ocurre a nivel microeconómico. Y ese es su punto débil, cuando se ve sólo el bosque. Creo que deberían reflexionar y redireccionar el sentido de su política de crecimiento. No todo lo soluciona el mercado...