Por: Wens Silvestre
Mi
abuelo Andrés vivió hasta los 94 años. En 1985 inició su viaje al otro lado de
la vida, una década después de que su fiel compañera se adelantara. Desde
entonces, se cobijó en la soledad.
Cuando
era niño, observaba al abuelo porque lo admiraba y le tenía mucho respeto; en
cierta forma, le tenía miedo. A veces me parecía ver a una persona solitaria y
dura. Lo veía en su huerto haciendo labores de cultivo, sobre todo quitando los
hongos y hormigas corta hojas de algunas plantas, árboles frutales y, en
algunos casos de los panales de abejas. En determinada época del año retiraba
la mala hierba que normalmente invadía el huerto. A él no le agradaba ver
brotar malas hierbas y malezas, especialmente en el jardín de la casa grande.
Cada fin de semana, con regularidad, visitábamos al abuelo y lo primero que nos
encargaba era limpiar y regar las plantas. Con frecuencia, nos supervisaba
porque le encantaba el perfeccionismo. Si no estaba para su agrado, teníamos
que volver a hacerlo hasta lograr su aprobación. Era muy exigente.
Cada vez que lo recuerdo, vienen a mi memoria sus enseñanzas y ese carácter fuerte y esa fortaleza a pesar de su edad. Semanas antes de que nos dejara, lo vi trabajando en la zona alta de su "Cofradía" (así se llama el predio). Dirigía la labor de algunos trabajadores sentado a la sombra de un molle. Observaba el trabajo que se ejecutaba y criticaba con regularidad. No recuerdo bien lo que decía, pero por momentos lo notaba algo triste y débil en su tono de voz. Me apenaba mucho verlo en esa situación, y le recordaba que tenía que descansar, que no era necesario que estuviera haciendo tanto esfuerzo, pero él me decía: “El trabajo es una parte fundamental de mi existencia, y no me detendré en mi empeño mientras tenga fuerzas para continuar. Siempre hay nuevos desafíos por enfrentar y nuevas metas por alcanzar, y mientras el destino me lo permita, seguiré entregando mi tiempo y esfuerzo a lo que amo hacer”. Ese mensaje siempre lo tengo presente porque con el tiempo lo entiendo mejor y sé que fue un hombre de extraordinaria capacidad creadora y dueño de una simple sabiduría. A veces incomprendido por su carácter fuerte, pero respetado por toda la gente pueblerina de su generación. Un hombre generoso con la gente más necesitada. No le agradaba participar en la política, pero expresaba su interés por la tolerancia y la libertad.
En
una oportunidad, cuando la curiosidad por sus cosas me llevó a buscar
documentos, encontré unos documentos que acreditaban sus propiedades. Me di con
la sorpresa de que, durante el gobierno militar de Velasco, él tuvo la gran
idea de fraccionar sus tierras y otorgárselas en instrumento público a sus
hijos en forma mancomunada, de tal manera que fue inmune a la reforma agraria.
Así era el abuelo, un hombre que creía en la propiedad privada y en la libertad
de hacer y elegir tu propio destino.
Pero
también era muy conservador en algunos aspectos, como su comportamiento hacia
sus hijas. Su actitud era distinta y contraria hacia sus hijos; era respetuoso
de sus individualidades e incluso de sus vanidades y extravagancias. Fueron
seguidores de la fórmula de vida de los "hippies" durante un tiempo,
y en otra ocasión, románticos socialistas, aunque no creo que mi abuelo se haya
enterado de esta última fase.
Era
un hombre que no mostraba debilidad; más bien, solía reflejar un carácter
fuerte. Normalmente, le resultaba difícil mostrar cariño hacia los demás;
probablemente consideraba que era una expresión de debilidad. Paradójicamente,
era un hombre de gran sensibilidad y un corazón solidario.
Cuando
uno observa el trabajo de arquitectura que realizó en vida, es destacable la
armonía que muestran sus construcciones con la naturaleza. La acertada
integración de elementos como la roca blanca y su huerto, los escalones
tallados en roca viva y los espacios son dignos de un diseño arquitectónico. El
ambiente del taller de carpintería que instaló para transformar la madera en
muebles, y casi todas sus herramientas diseñadas y hechas con sus propias
manos, las ventanas de la casa grande, todas con vistas hacia el este para que
los primeros rayos de sol de la mañana bañen el corredor del segundo piso y
llenen de calor y alegría la mañana, el diseño de su propio sistema de
abastecimiento de agua mineral subterránea, su horno de piedra, su piscina
tallada en la roca, entre otras obras de arquitectura, son muestra de un hombre
que vivió para trabajar y crear.
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