Por: Wens Silvestre
A propósito de los sucesos históricos acaecidos el 22 de junio de 1969, me permito hacer unas reflexiones sobre algunos aristas que considero importantes en la evolución o involución de la educación en Huanta.
Se dice que los huantinos siempre se caracterizan por retar cada cierto tiempo al Estado. Las causas tienen distinto matiz, pero tiene una sola esencia: La justicia desde su cosmovisión.
Y es que en un país tan heterogéneo como el Perú, el desarrollo de las micro sociedades ha tenido y tiene distintas velocidades de adaptación o de vanguardia en relación al contexto mundial.
La educación, sin lugar a dudas hace la diferencia, pero la educación efectiva y pragmática, entendiéndola como aporte de sus esfuerzos en el desarrollo de su entorno. No necesitamos navegar en la historia y ver sólo la evolución de países como Finlandia de cómo un país que no era más que una comunidad de madereros se convierte en el país más competitivo del mundo y un país donde el nivel de vida, es la mejor del planeta. Japón, es otro ejemplo de cómo Lázaro se levanta después de las ruinas que le dejó la segunda guerra mundial. Alemania, a pesar de todo, supo reconstruir su nación. Korea del sur, Tailandia, Taiwán, son ejemplos de naciones que cuando se propone su gente hacen todo para mejorar la calidad de vida de toda su comuna. Todos ellos tienen patrones en común: Su educación pragmática y sus valores humanos. Estos dos factores les dio tal vez la suficiente capacidad para tener de su lado a sus gobernantes que sintonizados con la necesidades de cada una de sus sociedades se encaminan con una sola visión: Elevar su bienestar social.
Luego, de esa suscinta introducción, aterrizamos en Huanta, una provincia ayacuchana, ubicado al sureste del país, con 4 500 Km2 de territorio con potencialidades económicas y sociales, que ha devenido en mal en peor. Si sólo tomamos como referencia la educación en los años sesenta, retrocedimos en términos reales, porque en los años sesenta la educación secundaria era más efectiva y pragmática debido a la posibilidad de elección entre una educación técnica y otra común. Esa sola posibilidad de una educación técnica, capacitaba a los estudiantes durante 5 años en especialidades técnicas, luego del cual se recibían como técnicos y se podían insertar, inmediatamente, al mercado laboral, es decir, eran recursos humanos preparados para enfrentar y aportar a la sociedad. Hoy en día, esa educación no existe, gracias a las incoherencias de la política seguida por los gobernantes que creyendo saber el camino correcto, eligieron un camino equivocado y torpe, y hoy la educación es lo que es, justamente por la falta de gobernantes visionarios y carentes de desprendimientos partidarios y, su afán egoista continúa perjudicando. Estaría demás recoger la preocupante realidad de los que hoy en día concluyen la educación secundaria, jóvenes que no saben qué hacer en la vida, jóvenes con pocas esperanzas de salir algún día fuera de su pueblo para buscar un porvenir sin perspectiva. En fin, chicos con limitaciones académicas, económicas, y carentes de habilidades laborales, es decir, jóvenes en riesgo de caer en algún vicio social...
En ese sentido, y en esa línea seguida por los que lucharon por la gratuidad de la enseñanza, especialmente los campesinos y estudiantes huantinos, caidos en las protestas de Junio de 1969, por decisión de un gobierno dictatorial, como lo fue Velasco Alvarado (por cierto resulta una paradoja que un gobierno que se consideraba "revolucionario" dictó políticas educativas que perjudicaba a los más necesitados... sin comentarios), considero necesario plantear un proceso más dinámico de transferencia de la responsabilidad de la educación a las municipalidades, para que estas puedan elaborar su propia política educativa pragmática y efectiva de acuerdo a su realidad y recursos potenciales. El Estado debe propender a descentralizar más rápidamente este proceso de tal manera que la sociedad asuma su responsalidad y dejemos a un lado el paternalismo que ya mucho daño hizo a las provincias.
En ese sentido, planteo que el camino a seguir es despertar del letargo y emprender una educación pragmática, efectiva y de valores humanos; construyamos una sociedad con una propia velocidad en la ruta de la evolución humana.
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