Marcelo Justo
Cortesía de BBC Mundo
Jueves, 31 de octubre de 2013
Cuna de la revolución industrial en España, fuente de más de 6% del
Producto Interno Bruto nacional y casi 11% de su producción fabril, el País
Vasco ha sido uno de los bastiones frente a la crisis económica que vive
España.
Uno de los baluartes de este desarrollo industrial ha sido el grupo
Mondragón, la mayor cooperativa del mundo y un modelo de estudio en las grandes
universidades de negocios.
El anuncio de que el grupo no seguirá rescatando a una de sus estrellas,
Fagor Electrodomésticos, ha abierto un signo de interrogación sobre la salud de
Mondragón y del modelo cooperativo.
Sin el apoyo de Mondragón ni del gobierno vasco, Fagor
Electrodomésticos, líder nacional de línea blanca y quinto de Europa, parece
condenado.
Según el catedrático de economía de la Universidad de Barcelona Albert
Recio Andreu, Fagor ha sido una de las víctimas de la profunda caída del
consumo doméstico.
"Con el desempleo, la austeridad, el fin del crédito fácil que
había alimentado el consumo y la construcción, la gente dejó de comprar y
renovar sus electrodomésticos. De hecho casi todas las cadenas comerciales del
sector han suspendido pagos", indicó a BBC Mundo.
España y Europa
Es la primera crisis que sufre el proyecto cooperativista de Mondragón,
un grupo con seis décadas de vida.
Fagor Electrodomésticos, que representa 8,1% de las ventas del grupo,
tiene una deuda de más de 800 millones de euros (US$1.100 millones), cifra más
que considerable si se tiene en cuenta que Mondragón cerró 2012 con ventas de
unos 12.000 millones de euros (US$16.500 millones).
Pero la crisis no se limita a España. La empresa es quinta a nivel
europeo y el mercado español solo constituye 24% de sus ventas.
Según Julen Iturbe-Ormaetxe, catedrático de negocios de la Universidad
Mondragón, un centro de estudios perteneciente al grupo, el problema de Fagor
Electrodomésticos tiene que ver con el tipo de producto que vende en un mercado
globalizado.
"Con la crisis económica los electrodomésticos a nivel del mercado
europeo tampoco andan bien. Y con la entrada en el mercado de gigantes
asiáticos coreanos como Samsung los problemas se han agravado", señaló
Iturbe-Ormaetxe a BBC Mundo.
Los robots cuestan menos
Consciente de los retos de la globalización, Fagor buscó reposicionarse
en los países europeos apuntando tanto a electrodomésticos de bajo costo como a
los de costo medio y las líneas de lujo.
Pero su estrategia de expansión ha chocado con un mercado saturado.
En bajo costo no pueden competir con los productos de China y Corea. En
los de alto rango, no pueden con el high tech alemán. Y los
productos para el sector medio son los que más han sufrido la crisis, con
consumidores que prefieren gastar menos o directamente no renovar.
Según señaló a BBC Mundo el director de Análisis Economícos de la IE
Business School de Madrid, Rafael Pampillón, a estos factores hay que sumar el
cambio tecnológico.
"Con el desempleo,
la austeridad y el fin del crédito fácil, la gente dejó de comprar y renovar
sus electrodomésticos. De hecho casi todas las cadenas comerciales del sector
han suspendido pagos" Albert Recio Andreu, economista
"Hay un gran cambio para producir por robotización que permite a
países como Estados Unidos repatriar inversiones en países emergentes al poder
achicar, mediante la tecnología, la desventaja de tener mayores costos
laborales. Ahora hace falta mano de obra calificada para la producción de
bienes industriales usando ordenadores, con partidas mucho más pequeñas y más
adecuadas a lo que quiere el mercado. Fagor no ha sabido hacer esto",
indicó a BBC Mundo.
Los límites del cooperativismo
No son pocos los que han señalado que el mismo modelo cooperativista
está siendo cuestionado.
Fundado en 1955, Fagor era uno de los símbolos más airosos del
cooperativismo de Mondragón.
Un cooperativismo que tiene dos caras: a su funcionamiento interno con
autonomía operativa se suma el imperativo solidario de las compañías para
ayudarse entre ellas.
"Es cierto que los procesos de toma de decisión a nivel interno son
más lentos. En una cooperativa tenemos el consejo rector, consejo social,
asamblea, que son los filtros por los que tiene que pasar cada decisión. Cuando
las cosas funcionan bien, no hay problemas. Es diferente en tiempos de
crisis", señala Julen Iturbe-Ormaetxe.
Los críticos señalan que las pérdidas de Fagor no comenzaron con la
segunda recesión española, surgida con los programas de austeridad, sino dos
años antes, en 2009.
Según esta versión de la crisis, el grupo debería haber lanzado un plan
alternativo de salvación hace años: el obstáculo fue la estructura
cooperativista.
Desde la Universidad Mondragón, Julen Iturbe-Ormaetxe reconoce tensiones
entre la solidaridad de un modelo cooperativo y la eficiencia.
"La pregunta es hasta dónde el resto del grupo va a apoyar un
sistema que no está funcionando. Ha habido dos corrientes de opinión. Una es la
de inyectar más capital para ver si se puede salvar y otra es cortar esta ayuda
porque se percibe que no tiene futuro... La solidaridad tiene límites",
apunta Julen Iturbe-Ormaetxe.
Después de la infructuosa ayuda de 70 millones de euros (US$96 millones)
que recibió Fagor Electrodomésticos en mayo, el preconcurso de acreedores
parecería mostrar que, por el momento, ha primado la decisión de proteger el
futuro de todo el grupo Mondragón.
El futuro
Fagor tiene cinco áreas de negocio. Tres se encuentran en claro declive
(frigoríficos, lavadoras y lavavajillas). Dos tienen resultados positivos:
cocción y minidomésticos.
Es posible que se intente recuperar estos dos últimos con sus líneas de
hornos, microondas, máquinas de café y cocina.
"La pregunta es
hasta dónde el resto del grupo va a apoyar un sistema que no está funcionando.
Ha habido dos corrientes de opinión: inyectar más capital para ver si se puede
salvar o cortar esta ayuda porque se percibe que no tiene futuro. La
solidaridad tiene un límite" Julen Iturbe-Ormaetxe, Universidad
Mondragón
Así las cosas, uno de los principios sagrados del cooperativismo –el
empleo y beneficio de todos sus socios– podría sufrir un duro golpe.
Poco después de que se declarara el preconcurso, el grupo Mondragón
asistió a una escena que parecía típica del cierre de empresas capitalistas
tradicionales.
Miles de trabajadores, familiares y vecinos se manifestaron ante las
puertas de la sede del grupo reclamando la defensa de sus empleos.
La respuesta institucional de Mondragón fue un comunicado en el que
reafirmaba el modelo cooperativista "basado en el protagonismo de las
personas y en la solidaridad", y una estrategia para el período 2013-2016
para acelerar una transición hacia sectores y mercados de mayor valor para
"generar negocios rentables y sostenibles".
En otras palabras, el modelo sigue vigente, pero no va a poder
sustraerse a la lógica de hierro del capitalismo: la ganancia.