lunes, 19 de agosto de 2013

La dos vasijas


Cuenta la historia que un cargador de agua de la India llevaba en los hombros dos grandes vasijas colgantes de un palo. Con esfuerzo cada día recogía el agua en el arroyo para llevarla a la casa de su patrón. Una de las vasijas tenía varias grietas las cuales hacían perder su contenido llegando solo la mitad del agua, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda hasta su destino.





Imagen: Nueva Acropolis
La vasija perfecta estaba orgullosa de sus logros, pues funcionaba bien para los fines para los que fue creada. La otra vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía era su obligación.

Dos años pasaron así con la misma rutina diaria, hasta que un día la vasija agrietada le dijo al aguador: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo  obtiene la mitad del valor que deberías recibir.” El aguador le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellas flores que crecen a lo largo del camino desde el arroyo hasta la casa.”

Así lo hizo la tinaja. Vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino, pero igual se sentía apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces “¿Te diste cuenta que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”

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