Por: Wens Silvestre
El día de hoy, estuve en el mismo centro del desarrollo del capitalismo popular: Gamarra, ubicado en el populoso distrito de La Victoria en la ciudad de Lima. Gamarra es una muestra del carácter emprendedor de los migrantes de la sierra peruana.
Es impresionante la cantidad de vendedores móviles que vende una variedad increible de productos textiles a la mano, y si no hay para tu gusto te acompañan hasta su propio centro de abastecimiento local, donde de todas maneras encuentras lo que buscabas.
El exitoso progreso comenzó a gestarse hace aproximadamente tres décadas en virtud al empuje de algunos ciudadanos, con poca instrucción en algunos casos, pero con una gran vocación de trabajo. Ha transcurrido el tiempo y hoy Gamarra es uno de los principales emporios comerciales del Perú.
A unas cuadras del Mercado Mayorista, comenzó a generarse una labor marginal; que después fue cambiando hasta crearse una mixtura entre el Perú formal y el informal.
Gamarra cuenta con 120 galerías comerciales en un espacio de 40 cuadras; 14 mil locales se dedican al comercio y/o industria de la confección y a los textiles; da empleo a 60 mil personas; moviliza cerca del 60% de todo el sector textil y confecciones peruanas destinadas al mercado interno. Se estima que moviliza más de 800 millones de dólares al año.
Único en Latinoamérica, es el lugar con más empresarios compitiendo en el Perú, con el mayor número de transacciones comerciales por minuto, en el país. Se estima que en los últimos ocho años en Gamarra se invirtió alrededor de quinientos millones de dólares entre edificios, maquinaria textil y de confecciones.
A pesar de esta explosión comercial, no ha generado aún canales de desfogue hacia el mercado externo y en la actualidad su oferta de mercado interno ya tocó techo.
Su rápido desarrollo originó la presencia de más de tres mil ambulantes y de negociantes de mercadería de contrabando y subvaluada, así como de negociantes que basaban su éxito en la evasión de impuestos.
En medio de tanta competencia, también pude apreciar en los alrededores de Gamarra una fiebre de competidores desleales, ambulantes, contrabandistas, subvaluadores y evasores, y el Estado probablemente tenga presencia tímida y aún fiscaliza básicamente a los que ya contribuyen.
Los primeros empresarios de Gamarra fueron unos héroes; pero con el transcurrir de los años han pasado muchísimos empresarios que hoy no están en el mercado, que se equivocaron, que no supieron llevar su negocio, otros por no cumplir con sus deudas; y no por ganas de hacer perro muerto, sino sobre todo por falta de manejo gerencial; y a veces también, por no poder resistir a su éxito.
La globalización lo cambia todo y ha hecho que quienes hace unos años hayan sido talentosos hombres de negocio, hoy estén probablemente en camino a ser desplazados. Sin embargo, esa realidad es revertible como una constante de muchos empresarios en diferentes partes del mundo hasta que llega a la era del conocimiento, de la información.
Hay empresarios exitosos que nacieron en Gamarra y comienzan a diversificarse sin tener aún ordenada sus empresas matrices. El proceso de cambio en la economía peruana lo lideró el Estado y algunos pocos empresarios que apostaron por el modelo liberal, aunque el proceso para muchos no haya sido necesariamente del todo bien llevado.
Las empresas de etiqueta, esto es las grandes empresas y las empresas manejadas profesionalmente, generaron, luego de las reformas tributarias del año 92, su propia oferta de recambio, aparecieron instituciones comandadas por el grupo Apoyo que le generaron servicios de capacitación, consultoría, primero de carácter general, y luego las de carácter específico.
Los servicios financieros a los que accedían también estas empresas mejoraron y la institucionalidad pública que las atendía ahora los comprendía más y los atendía mejor. En Gamarra no pasó lo mismo.
El Estado hizo su aparición en Gamarra con un operativo de la Sunat en 1992, en el 95 volvió con tres seminarios que coorganizó la revista Gamarra con el Indecopi; en el 96 volvió con la Sunat bajo el liderazgo de Adrián Revilla también para seminarios. Si esto ocurrió durante estos años con institucionalidad pública, lo mismo o más grave pasó con la privada y con las empresas de etiqueta, rehusó llamarlas formales, y no todas entran en la categoría de grandes empresas, así que permítanme llamarlas de etiqueta.
La banca recién colocó su primer cajero automático a fines del año 96. Recordemos que "Ramón", el primer cajero automático, llegó al Perú en el año 78. A Gamarra se les atendió en la calle hasta el año 96, bancos a los cuales no voy a mencionar, sea con sol o con lluvia cerraban sus puertas y atendían de diez en diez, dejando a todos los demás empresarios en la cola, afuera.
Una ONG hizo una tímida aparición, también fallida, en el año 96, y luego dos más la siguieron también tímidamente y con fracasos.
A partir del 1998 y sobre todo en el año 1999 la situación empieza a cambiar. Aunque aún las empresas que brindan capacitación como institutos, universidades, escuelas de administración de negocios, empresas de seguros, fondos de pensiones, las ligadas a la informática, aún no han pisado Gamarra.
Creo que eso tampoco nos debe sorprender mucho porque las grandes empresas proveedoras de insumos textiles y confeccionistas exportadoras tampoco mostraron durante todos estos años voluntad de entrar a luchar con fuerza por un Gamarra más competitivo. Hasta el año 1995 ninguna empresa de las grandes importadoras de maquinaria de confecciones había puesto una oficina en Gamarra, teniendo en la misma más del 50% de sus ventas.
Gamarra es hoy por hoy el centro comercial del Perú. Desde hace años ya lo era, pero Gamarra quiere más, quiere convertirse en la capital latinoamericana de la moda.
Éxitos a los emprendedores peruanos.
P.D.
Por si acaso a mi entregaron mi boleta de venta, sin embargo, es necesario que la SUNAT fiscalice la entrega de comprobantes de pago, en vista de la cantidad de informales que pululan en medio de la vía.
El día de hoy, estuve en el mismo centro del desarrollo del capitalismo popular: Gamarra, ubicado en el populoso distrito de La Victoria en la ciudad de Lima. Gamarra es una muestra del carácter emprendedor de los migrantes de la sierra peruana.
Es impresionante la cantidad de vendedores móviles que vende una variedad increible de productos textiles a la mano, y si no hay para tu gusto te acompañan hasta su propio centro de abastecimiento local, donde de todas maneras encuentras lo que buscabas.
El exitoso progreso comenzó a gestarse hace aproximadamente tres décadas en virtud al empuje de algunos ciudadanos, con poca instrucción en algunos casos, pero con una gran vocación de trabajo. Ha transcurrido el tiempo y hoy Gamarra es uno de los principales emporios comerciales del Perú.
A unas cuadras del Mercado Mayorista, comenzó a generarse una labor marginal; que después fue cambiando hasta crearse una mixtura entre el Perú formal y el informal.
Gamarra cuenta con 120 galerías comerciales en un espacio de 40 cuadras; 14 mil locales se dedican al comercio y/o industria de la confección y a los textiles; da empleo a 60 mil personas; moviliza cerca del 60% de todo el sector textil y confecciones peruanas destinadas al mercado interno. Se estima que moviliza más de 800 millones de dólares al año.
Único en Latinoamérica, es el lugar con más empresarios compitiendo en el Perú, con el mayor número de transacciones comerciales por minuto, en el país. Se estima que en los últimos ocho años en Gamarra se invirtió alrededor de quinientos millones de dólares entre edificios, maquinaria textil y de confecciones.
A pesar de esta explosión comercial, no ha generado aún canales de desfogue hacia el mercado externo y en la actualidad su oferta de mercado interno ya tocó techo.
Su rápido desarrollo originó la presencia de más de tres mil ambulantes y de negociantes de mercadería de contrabando y subvaluada, así como de negociantes que basaban su éxito en la evasión de impuestos.
En medio de tanta competencia, también pude apreciar en los alrededores de Gamarra una fiebre de competidores desleales, ambulantes, contrabandistas, subvaluadores y evasores, y el Estado probablemente tenga presencia tímida y aún fiscaliza básicamente a los que ya contribuyen.
Los primeros empresarios de Gamarra fueron unos héroes; pero con el transcurrir de los años han pasado muchísimos empresarios que hoy no están en el mercado, que se equivocaron, que no supieron llevar su negocio, otros por no cumplir con sus deudas; y no por ganas de hacer perro muerto, sino sobre todo por falta de manejo gerencial; y a veces también, por no poder resistir a su éxito.
La globalización lo cambia todo y ha hecho que quienes hace unos años hayan sido talentosos hombres de negocio, hoy estén probablemente en camino a ser desplazados. Sin embargo, esa realidad es revertible como una constante de muchos empresarios en diferentes partes del mundo hasta que llega a la era del conocimiento, de la información.
Hay empresarios exitosos que nacieron en Gamarra y comienzan a diversificarse sin tener aún ordenada sus empresas matrices. El proceso de cambio en la economía peruana lo lideró el Estado y algunos pocos empresarios que apostaron por el modelo liberal, aunque el proceso para muchos no haya sido necesariamente del todo bien llevado.
Las empresas de etiqueta, esto es las grandes empresas y las empresas manejadas profesionalmente, generaron, luego de las reformas tributarias del año 92, su propia oferta de recambio, aparecieron instituciones comandadas por el grupo Apoyo que le generaron servicios de capacitación, consultoría, primero de carácter general, y luego las de carácter específico.
Los servicios financieros a los que accedían también estas empresas mejoraron y la institucionalidad pública que las atendía ahora los comprendía más y los atendía mejor. En Gamarra no pasó lo mismo.
El Estado hizo su aparición en Gamarra con un operativo de la Sunat en 1992, en el 95 volvió con tres seminarios que coorganizó la revista Gamarra con el Indecopi; en el 96 volvió con la Sunat bajo el liderazgo de Adrián Revilla también para seminarios. Si esto ocurrió durante estos años con institucionalidad pública, lo mismo o más grave pasó con la privada y con las empresas de etiqueta, rehusó llamarlas formales, y no todas entran en la categoría de grandes empresas, así que permítanme llamarlas de etiqueta.
La banca recién colocó su primer cajero automático a fines del año 96. Recordemos que "Ramón", el primer cajero automático, llegó al Perú en el año 78. A Gamarra se les atendió en la calle hasta el año 96, bancos a los cuales no voy a mencionar, sea con sol o con lluvia cerraban sus puertas y atendían de diez en diez, dejando a todos los demás empresarios en la cola, afuera.
Una ONG hizo una tímida aparición, también fallida, en el año 96, y luego dos más la siguieron también tímidamente y con fracasos.
A partir del 1998 y sobre todo en el año 1999 la situación empieza a cambiar. Aunque aún las empresas que brindan capacitación como institutos, universidades, escuelas de administración de negocios, empresas de seguros, fondos de pensiones, las ligadas a la informática, aún no han pisado Gamarra.
Creo que eso tampoco nos debe sorprender mucho porque las grandes empresas proveedoras de insumos textiles y confeccionistas exportadoras tampoco mostraron durante todos estos años voluntad de entrar a luchar con fuerza por un Gamarra más competitivo. Hasta el año 1995 ninguna empresa de las grandes importadoras de maquinaria de confecciones había puesto una oficina en Gamarra, teniendo en la misma más del 50% de sus ventas.
Gamarra es hoy por hoy el centro comercial del Perú. Desde hace años ya lo era, pero Gamarra quiere más, quiere convertirse en la capital latinoamericana de la moda.
Éxitos a los emprendedores peruanos.
P.D.
Por si acaso a mi entregaron mi boleta de venta, sin embargo, es necesario que la SUNAT fiscalice la entrega de comprobantes de pago, en vista de la cantidad de informales que pululan en medio de la vía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario