Durante el último proceso de elecciones generales de 2021, se eligieron democráticamente al presidente de la República y a los miembros del Congreso y del Parlamento Andino, por un periodo de cinco años.
La voluntad de la mayoría de los ciudadanos permitió elegir a un gobierno que se autodenominó de izquierda socialista.
El régimen que asumió el mandato presidencial, el 28 de julio de 2021, tuvo un paso muy accidentado desde que asumió el poder. Fue cuestionado por la sistemática destrucción de la meritocracia en el aparato del Estado, escasa calidad de sus miembros del Consejo de Ministros y funcionarios de confianza, denuncias recurrentes por actos de corrupción de quien lideraba el Poder Ejecutivo y su entorno, el recurrente enfrentamiento con los otros poderes del Estado y organismos constitucionalmente autónomos. Empezó muy mal y terminó peor con un fallido autogolpe de Estado.
El expresidente de la República que concluyó su mandato el pasado 7 de diciembre, tuvo una enorme oportunidad de ser un gobierno distinto. Sin embargo, fue arrollado por sus propias debilidades. Utilizó el aparato del Estado para generar más conflictos, aprovechando sus viajes al interior del país, con sus "consejos de ministros descentralizados" que sirvió como una plataforma para ir minando sistemáticamente al Congreso y a los otros órganos del Estado. Utilizó la mentira y la victimización para cubrir sus desaciertos ante la población. Además, se habría aprovechado, sistemáticamente, de ciertos funcionarios cuestionados, como agentes azuzadores de la violencia para minar la democracia desde el propio Estado.
En ese contexto, la ineficiencia e ineficacia del Estado, se hacía más notorio, debilitando sus acciones en cumplimiento de su misión institucional, referido a la prestación de bienes y servicios públicos y privados, su regulación, así como de su rol en materia de seguridad; estos han sido seriamente cuestionados, por un grupo importante de ciudadanos que siente que no existe el Estado, porque no reciben los servicios básicos de calidad que está en su derecho exigir.
Lo que vino después de la súbita caída del régimen de izquierda, fue una avalancha de protestas en el sur del país, exigiendo nuevas elecciones generales, el cierre del Congreso, la renuncia de la presidente Boluarte y hasta una asamblea constituyente y reposición en el cargo del presidente golpista. Pero, detrás de esta agenda hay otro propósito. Este propósito final pareciera ser la destrucción de las débiles bases de nuestra incipiente democracia. Sembrar el caos y el terror, solo persigue el paso a la anarquía ¿Cuál es el mensaje que desean expresar los azuzadores violentistas con la destrucción de infraestructura y bienes públicos y privados? ¿Cuál es el mensaje de exhibir como trofeos a las víctimas de la violencia? Estos actos son insanos.
La sociedad necesita reflexionar. No deben ser dominados por el resentimiento y el odio, que solo enceguece a la razón. A la larga, las víctimas seguirán siendo los más necesitados. Por eso, es necesario reflexionar y conducirnos por el camino de la paz para resolver nuestros problemas y la de nuestra sociedad.
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