Por: Wens Silvestre
En los últimos años se ha acentuado diversos problemas sociales, que van
desde la mayor escalada en inseguridad ciudadana, pasando por el incremento de
la corrupción en diversas entidades públicas del Estado, y el estallido de
diversos conflictos sociales, dispersos a nivel nacional. En medio de un
gobierno cada vez más debilitado, incapaz de responder a las expectativas de la
población, la sociedad pregona el peligroso inicio de un proceso de búsqueda de la justicia bajo sus
propias reglas. No es una sorpresa escuchar repetidamente, a través de las
redes sociales, la frase: “Chapa tu
choro… ”. Un gobierno distraído en un creciente pantanal de denuncias de
actos de corrupción, no le permite concentrarse en los temas importantes que
exige la sociedad.
La realidad peruana se mueve en un escenario complejo y la economía
también es perturbada, y hace sentir sus efectos en el nivel de ingresos, empleo,
precios, gastos e indudablemente es un freno para la reducción de la pobreza en
el país.
La economía peruana pareciera sin rumbo, y anda a la deriva. Los
decisores de política económica andan implementando medidas para disimular los
efectos de la caída en el ritmo de crecimiento. Dicha debilidad se fortaleció
debido a factores internos, personificado en la ambivalencia de un gobierno
carente de liderazgo y coherencia en sus discursos y decisiones, favoreciendo,
además, al debilitamiento de la institucionalidad democrática.
LA CIFRAS DE LA PREOCUPACIÓN
La economía marcó el inicio de una escalada de descenso en su tasa de
crecimiento cuando pasó de 5,8% (2013) a 2,37% (2014).
Durante el primer semestre de 2015, la economía sólo se expandió en
2,42%, tasa lejos del objetivo planteado por el MEF a inicios de año. Las
justificaciones son múltiples, desde el deterioro del desempeño económico de
China, disminución de los índices de los términos de intercambio de las materias
primas, pasando por la incompetencia de los hacedores de la política económica,
que tardaron en reaccionar, y para complicarlo implementaron medidas
incompletas y carentes de eficacia. Lo concreto, es que la economía se ha
enrarecido y anda sin un horizonte claro y bajo la sombra del factor político.
Los ingresos tributarios del gobierno central pasará de 17% (2014) al
15.2% (2015). En esa perspectiva, la recaudación tributaria de enero a agosto
de 2015, cayó en 8.5%. En tanto, la recaudación de agosto se contrajo en 11.3%
respecto al similar mes de 2014.
La deuda pública como porcentaje del PBI pasará de 20.1% (2014) a 24.8%
(2016), siendo el objetivo a inicios de este gobierno, dejarlo en alrededor de
15% del PBI. En ese contexto, el déficit fiscal pasará de 0.3% del PBI (2014) a
3% del PBI (2016). Asimismo, el saldo de la deuda pública se habrá incrementado
en 38.3% entre el 2014 y el 2016, según cifras del MEF, el saldo al 2014
ascendía a 115.39 mil millones de nuevos soles y para el 2016 este monto
llegaría a 159,61 mil millones de nuevos soles. El mayor endeudamiento implica
que los recursos ordinarios se destinarán a mayores gastos corrientes, es así
que para el presupuesto público de 2016, se prevé un crecimiento de 7% en este
tipo de gastos, respecto al 2015. Claro indicio de una cierta irresponsabilidad
fiscal, dada que las políticas fiscales expansivas (anti-cíclicas) debe
enfocarse prioritariamente en mayores gastos de capital, es decir,
intervenciones que consigan retornos sociales y económicos, y no en simples
gastos corrientes que a la larga sólo buscaría réditos políticos ad portas de
un proceso electoral.
INEPTITUD DEL MEF Y FALTA DE COORDINACIÓN CON EL BCRP
AGRAVARÍA LA SITUACIÓN ECONÓMICA DEL PAÍS.
El pesimismo del MEF (expuesto ante el pleno del Congreso el pasado 03
de setiembre), decisiones incoherentes en materia de racionalización de las
gastos tributarios (más beneficios y exoneraciones tributarias para ciertos
sectores como a favor del mercado de valores) y sus medidas irresponsables al incrementar
el gasto corriente por encima del promedio de la década pasada, son algunos
elementos a tener en consideración de las falencias en materia de política
fiscal. Es necesario recordar, que el gasto corriente representaba el 13.0% del
PBI (2011), pasó a 15.6% del PBI (2014), ritmo que rompió la regla de
responsabilidad fiscal, trazado en la década pasada, y hoy bajo un nuevo marco
legal (aprobado a fines de 2013), diseñado para hacer crecer el gasto corriente
por encima del 4% anual (en términos reales), se hace notar la voracidad creciente
del referido gasto, principalmente de remuneraciones que pasó de 4.7% del PBI
(2011) a 6.2% del PBI (2015). En esa perspectiva, según el Marco Macroeconómico
Multianual 2016-2018, el gasto corriente
durante el 2016, continuará elevándose y se situará en 15.9%.
La inversión pública como porcentaje del PBI continuará en el rango de
5-6% del PBI, es así que, en el 2011 el gasto de capital representó el 5,0% del
PBI, en tanto, el 2015, representará el 5.8%. Ese magro crecimiento contrasta
con el de gasto corriente.
Por otro lado, el Banco Central de Reserva, ha tratado de mantener la
estabilidad monetaria con intervenciones frecuentes en el mercado cambiario con
la finalidad de reducir la volatilidad cambiaria, principalmente del dólar
americano frente al nuevo sol. Aun así, la moneda local se ha depreciado en aproximadamente 16% durante los últimos doce
meses.
El MEF y el BCRP tiene escasa o nula coordinación en materia de política económica, cada quien daría la impresión de que va por su lado.
¿QUÉ HACER?
Corresponde a las máximas autoridades del Poder Ejecutivo, promover medidas eficaces para atraer inversión privada en otras industrias crecientes como la textil, agroindustria,
turismo y la gran industria de la transformación de materia prima; destinar más
recursos públicos para proyectos de infraestructura básica y el fortalecimiento
de programas sociales productivos.
El Perú debe seguir avanzando en la construcción de una sociedad más justa, incluyente, sostenible, mejorando los niveles de ingreso de las familias y reduciendo las brechas sociales en educación, salud y vivienda, prioritariamente.
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