jueves, 14 de noviembre de 2024

APEC Perú 2024: "Empoderar, Incluir, Crecer"

 Por Wens Silvestre, economista

La cumbre APEC Perú 2024, reúne a las economías más dinámicas del mundo en un momento decisivo. Este año, la participación de los líderes de las dos potencias más influyentes del mundo, Estados Unidos y China, subraya la importancia de la cooperación multilateral en un contexto de creciente rivalidad geopolítica y complejidad económica. La capacidad de APEC para reducir barreras comerciales, fomentar la digitalización y la innovación, y promover un crecimiento inclusivo hace de este evento una plataforma única para forjar acuerdos y estrategias que impulsarán la estabilidad y el desarrollo en la región Asia-Pacífico.

El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) no solo representa el 38% de la población mundial, sino que agrupa a economías que generan alrededor del 62% del PIB global, lo que resalta su relevancia en el sistema económico mundial (INEI, 2024). Durante los últimos 30 años, APEC ha sido un catalizador clave en la reducción de aranceles comerciales en sus 21 economías, pasando de un promedio de 17% en 1989 a menos del 5% en la actualidad (Fondo Monetario Internacional [FMI], 2024). Esta apertura comercial ha favorecido el crecimiento económico sostenido en economías como China y Estados Unidos, así como en países en desarrollo como Perú, que ha incrementado significativamente su comercio intra-APEC. En 2023, Perú registró exportaciones hacia China por un valor de 23,156 millones de USD, consolidándose como uno de sus principales socios comerciales (INEI, 2024). 

Uno de los elementos destacados de la agenda de APEC 2024 es la digitalización y la innovación. La “Visión Putrajaya 2020-2040” establece la transformación digital como un pilar fundamental para garantizar la competitividad de sus economías (APEC, 2020). La presencia de líderes como Xi Jinping y Joe Biden, en Lima, crea una oportunidad para promover acuerdos sobre estándares de ciberseguridad, comercio digital y desarrollo de tecnología limpia. La colaboración en estas áreas será fundamental para que las economías de APEC, incluidas las menos desarrolladas, puedan avanzar hacia una economía digital inclusiva y sostenible.

APEC Perú 2024, bajo el lema “Empoderar, Incluir, Crecer”, representa una oportunidad significativa para nuestro país, que en 2023 experimentó una contracción económica del 0.6%, debido a factores internos y externos (INEI, 2024). Al asumir el rol de anfitrión, Perú puede liderar iniciativas que promuevan la inclusión, el empoderamiento de las poblaciones vulnerables, la sostenibilidad en el comercio, así como la inversión en infraestructura verde y la modernización digital, sectores que pueden marcar una recuperación económica sólida y resiliente para la economía peruana, especialmente para las regiones menos favorecidas del país.

El enfoque en la inclusión económica es otro aspecto esencial para Perú. En un contexto de desigualdades estructurales, APEC brinda la plataforma para que Perú impulse reformas que promuevan la inclusión social y económica, fortaleciendo su infraestructura educativa y tecnológica para reducir brechas de desarrollo regionales y urbanas. Este enfoque podría ser un modelo para otras economías emergentes en APEC.

La participación de Estados Unidos y China en la cumbre de Lima simboliza tanto una competencia como una colaboración estratégica. En el contexto de rivalidad tecnológica, ambas potencias tienen un interés común en la estabilidad de la región Asia-Pacífico, y APEC representa una plataforma crítica para negociar intereses divergentes y promover áreas de cooperación, como el cambio climático y la seguridad alimentaria.

China, con un PIB de 19.4 billones de USD y una tasa de crecimiento del 5.3% en 2023, sigue siendo un líder en comercio dentro de APEC (FMI, 2024). Al mismo tiempo, Estados Unidos, con un PIB de 25.4 billones de USD y un crecimiento del 2.9%, sigue siendo el mercado más grande para muchas economías de la región (INEI, 2024). Este equilibrio de poder dentro de APEC crea un contexto donde el diálogo y la colaboración son no solo beneficiosos, sino necesarios para mantener la estabilidad económica regional.

Para que APEC mantenga su papel como motor de crecimiento, sus miembros deben sincerar sus compromisos con la misión del foro, que incluye la promoción de un comercio libre y justo, la integración económica y el crecimiento inclusivo. La cooperación en temas como sostenibilidad y digitalización es esencial para que APEC logre su “Visión 2040” de una comunidad Asia-Pacífico resiliente, dinámica y pacífica (APEC, 2020). Este enfoque beneficiaría especialmente a países como Perú, que busca diversificar su economía y fortalecer su infraestructura.

APEC 2024 ofrece un espacio excepcional para que las economías de Asia-Pacífico redefinan su papel en el sistema económico global y fortalezcan su resiliencia frente a los desafíos futuros. La presencia de líderes mundiales como Xi Jinping y Joe Biden en Lima no solo subraya la importancia de APEC como un espacio de diálogo y cooperación, sino también la necesidad de un compromiso renovado para cumplir con los objetivos de inclusión, digitalización y sostenibilidad. Para países en desarrollo como Perú, APEC representa una oportunidad sin precedentes para integrarse en una economía global en rápida transformación y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos mediante políticas inclusivas y sostenibles.

domingo, 3 de noviembre de 2024

La responsabilidad como pilar de una sociedad sana y próspera

Por Wens Silvestre

En el complejo entramado de las democracias modernas, la responsabilidad de los líderes y representantes estatales no es simplemente un principio ético o un adorno de la retórica política; es, en esencia, la piedra angular sobre la que se construye y sostiene la confianza en las instituciones. La evasión de responsabilidades, tan arraigada en la práctica política global y especialmente visible en contextos como el peruano, no solo socava la legitimidad de los gobiernos, sino que también mina las posibilidades de desarrollo sostenible y bienestar de la población.

Desde un punto de vista científico, la responsabilidad es un comportamiento social y psicológico que implica un proceso de reconocimiento de las
propias acciones, decisiones y omisiones. Este concepto, ampliamente estudiado en el campo de la psicología social, se asocia con la madurez moral y la integridad personal. Un estudio de Bandura (1977) sobre la teoría del aprendizaje social ya apuntaba que la percepción de responsabilidad individual y colectiva es clave para la regulación del comportamiento humano. En términos económicos y sociales, esta percepción influye en la cohesión y cooperación comunitaria, elementos esenciales para el desarrollo de políticas efectivas y sostenibles.

El costo de la evasión de responsabilidades es alto y se manifiesta en múltiples dimensiones. En el ámbito económico, la falta de asunción de errores por parte de líderes y funcionarios repercute en una gestión ineficaz de los recursos públicos y en la pérdida de oportunidades de inversión y crecimiento. El Foro Económico Mundial ha señalado repetidamente que los países con altos niveles de corrupción y opacidad institucional enfrentan barreras significativas para atraer inversión extranjera y desarrollar un entorno empresarial competitivo.

Socialmente, la evasión constante de responsabilidades por parte de los actores políticos fomenta un ciclo de desconfianza y desafección ciudadana. La encuesta del Latinobarómetro de los últimos años ha mostrado que la confianza en las instituciones políticas de América Latina, y particularmente en Perú, es una de las más bajas a nivel mundial. Esta falta de confianza tiene un impacto directo en la estabilidad política y en la capacidad de los gobiernos para implementar políticas que favorezcan el bienestar social.

La democracia se fortalece o se debilita a partir de la percepción de legitimidad y responsabilidad de sus representantes. La teoría política de John Locke y las ideas modernas de teóricos como Daron Acemoglu y James A. Robinson, quienes han analizado las causas de la desigualdad y el fracaso de las naciones, refuerzan la importancia de la rendición de cuentas. Cuando los líderes no asumen responsabilidades, se establece un precedente peligroso que alienta la corrupción y perpetúa la desigualdad, privando a la población de los beneficios de un gobierno equitativo y justo.

Para restaurar la confianza en las instituciones, no basta con reformas superficiales; es necesario un cambio cultural y estructural que promueva la transparencia y la rendición de cuentas como principios fundamentales. Un estudio de Transparency International demuestra que los países que han logrado avances significativos en la lucha contra la corrupción y en la mejora de la gobernanza son aquellos donde la responsabilidad es un valor compartido, no solo entre líderes, sino en toda la sociedad.

Implementar políticas que incentiven la transparencia, fortalecer los mecanismos de supervisión y control, y educar a la población en valores cívicos son pasos necesarios para crear un entorno en el que la responsabilidad sea la norma, no la excepción. Este tipo de transformaciones no solo mejoran la percepción de las instituciones, sino que tienen un impacto directo en la eficacia de las políticas públicas y en el bienestar general de la sociedad.

La asunción de responsabilidades debe ser vista como una inversión a largo plazo en la estabilidad y prosperidad de una nación. No es un simple gesto de humildad política, sino un acto de liderazgo que tiene el potencial de restaurar la confianza pública y cimentar un camino hacia un desarrollo inclusivo y sostenible. En un mundo que enfrenta desafíos cada vez más complejos, desde crisis económicas hasta el cambio climático, solo una sociedad que valore la responsabilidad como un principio rector podrá superar estos retos y avanzar hacia un futuro más justo y próspero.

La confianza en las instituciones, una vez quebrantada, es difícil de recuperar, pero no es imposible. La clave está en entender que la responsabilidad no es solo una carga; es el fundamento sobre el cual se construyen las soluciones que pueden transformar vidas y comunidades, y en última instancia, asegurar un bienestar compartido que trascienda generaciones.